Puerto Rico y el capitalismo del desastre
La batalla por el paraíso, un libro en el que Naomi Klein muestra el camino de la igualdad y la democracia para reconstruir el país caribeño
"Al igual que a todo Puerto Rico, el huracán María sumió al pequeño pueblo montañoso de Adjuntas en la penumbra total. Cuando los habitantes salieron de sus hogares para evaluar la magnitud de los daños, se encontraron no solo sin energía eléctrica ni agua, sino también totalmente aislados del resto de la isla. Todas las calles estaban obstruidas, ya fuera por montañas de lodo que se habían deslizado desde los picos adyacentes o por ramas y árboles caídos. Sin embargo, en medio de esta devastación existía un lugar luminoso". Y luz es la que busca Naomi Klein en La batalla por el paraíso. Puerto Rico y el capitalismo del desastre (Paidós).
La luz está representada por todos esos puertorriqueños que luchan por la democracia y por reconstruir su isla frente a aquellos cuervos que, llevados por las garras del capitalismo, tratan de hacer negocio con las vísceras de un desastre natural.
La lucha por la supervivencia, la capacidad de organización en unas circunstancias terribles y la resistencia a la colonización son algunos de los puntos analizados por una periodista que toma sobre el terreno el pulso a una isla golpeada, además de por el huracán, por la política y la economía.
El colonialismo en sí es un experimento social, un sistema de varias capas de controles explícitos e implícitos que está diseñado para desposeer a la gente colonizada de su cultura, de su confianza y su poder
La batalla por el paraísoLejos de ofrecer una visión fatalista, Klein muestra esa capacidad de superación de personas que, pese a haberlo perdido prácticamente todo, luchan por defender sus derechos, su educación, sus escuelas.
"Tiene sentido que ayudar tenga ese efecto senador. Pasar por un profundo trauma como el María es conocer una de las formas más extremas del sentimiento de impotencia. Durante lo que pareció ser una eternidad, las familias no pudieron comunicarse entre sí para saber si sus seres queridos estaban vivos o muertos. Había padres que no podían proteger a sus hijos del peligro. Es lógico que la mejor cura para el sentimiento de impotencia sea ayudar, ser un participante, más que un espectador, de la recuperación de tu casa, de tu comunidad y de tu tierra".