Memoria y olvido, una crónica de Luis del Val de la historia reciente de España
Un viaje desde la posguerra hasta la actualidad con recuerdos y vivencias del veterano periodista
Leer a Luis del Val siempre es acercarse a un pozo de sabiduría. Sus años de experiencia en los medios de comunicación y su sentido crítico convierten al periodista maño en un cronista de la España de las últimas décadas. Y junto a él vamos a recorrer la historia de esta patria nuestra desde la posguerra hasta los días que vivimos.
Memoria y olvido (Espasa) es el libro en el que Del Val realiza un recorrido por el pasado abrazándose a la nostalgia y pintando con tintes autobiográficos un país al que muchos intentan robarle sus señas de identidad.
La memoria nos traiciona porque tendemos a embellecer la realidad, y el olvido nos ayuda porque limpia de asperezas y malos momentos el álbum del viaje. Pero son inseparables, porque si no existiera la memoria, tampoco podría existir el olvido
Memoria y olvidoLos viajes en carretilla de su niñez, sus recuerdos de aquellos tiempos de hambre y supervivencia, el empeño de su madre en que leyese, sus relaciones con la política o sus primeras veces en la radio, en la prensa o en la literatura forman parte de esta crónica del ayer donde no faltan ni la delicada ironía de Del Val ni los momentos de humor.
Algunos de los capítulos que marcaron un antes y un después en la historia de España están presentes en este libro radiografiados por un autor que intenta ayudarnos a conocer mejor y entender la historia de un país desde los años de la posguerra hasta la actualidad.
Memoria y olvido: Primeros pasos
Mi primer contacto con las letras comenzó a los cuatro años. Mi madre se empeñó en enseñarme a leer a esa temprana edad. Es probable que hoy, descubierta por unos pedagogos progresistas, igual la hubieran metido en la cárcel, pero en 1948 a mi madre le pareció que, cuanto antes supiera leer, mejor preparado estaría para cuando fuera a la escuela. Por supuesto que no adquirí el nivel de una lectura comprensiva, ni mucho menos, pero yo iba muy contento de la mano de mi madre y decía en voz alta lo que ponía en los carteles de las tiendas: «co-mes-ti-bel».