Carnada, realismo crudo de la mano de Eugenia Ladra

La oralidad y el ritmo marcado de la narración refuerzan la sensación de encierro y fatalismo que impregna esta historia editada por Editorial Tránsito

Una novela que nos va a llevar hasta un pueblo remoto donde la crudeza de la vida se entrelaza con la naturaleza hostil y esos códigos que no están escritos, pero que son empleados por la gente del lugar. Carnaza, de Eugenia Ladra, es el título de esta obra, editada por Editorial Tránsito, que transita, valga el juego de palabras, por Paso Chico, el pueblo en cuestión. 

La historia sigue a Marga, una joven marcada desde su nacimiento por la superstición de la comunidad, y a Recio, un recién llegado cuya presencia despierta tanto curiosidad como violencia en un entorno que no perdona a los forasteros. La autora construye una narración potente, cargada de imágenes sensoriales y un lenguaje descarnado que refleja la dureza del lugar y sus habitantes.

Desde el inicio, Ladra sumerge al lector en un ambiente opresivo donde la violencia forma parte de la cotidianidad. El relato comienza con una escena impactante en la que un grupo de hombres se encuentra con Marga en plena agresión a un perro. Este episodio establece el tono de la novela y anticipa la brutalidad que marcará el destino de los personajes. Paso Chico es un espacio donde la ley es difusa, las jerarquías se imponen a golpes y la supervivencia exige adaptarse a sus reglas.

Uno de los ejes de la historia es la relación entre Marga y Recio. Ella, una adolescente que carga con el estigma de la mala suerte, vive bajo la tutela de su abuela Justa y la enigmática Olga, dos figuras femeninas que representan distintos modos de resistencia en un contexto hostil. Él, un forastero con un pasado incierto, es sometido al ritual de iniciación del pueblo, una brutal paliza que simboliza su integración. La atracción entre ambos se construye a través de miradas, silencios y gestos cargados de tensión, en una dinámica marcada por el deseo, la violencia y la supervivencia.

El relato avanza entre escenas de vida cotidiana y episodios de violencia explícita, donde el río y la cantina La Paraíso funcionan como escenarios recurrentes. La autora captura la esencia de Paso Chico a través de una prosa que combina crudeza y lirismo, con descripciones detalladas del entorno y un uso del lenguaje que refleja el habla local. La oralidad, la repetición de ciertas imágenes y el ritmo marcado de la narración refuerzan la sensación de encierro y fatalismo que impregna la historia.

Los sin gracia. Alcahuetes, muy alcahuetes. Andan con la cola entre las patas, la mirada baja y el lomo achatado. No sirven ni para acariciar porque hasta de eso se asustan

Carnada

El rol de la superstición y la religión es clave en la novela. La comunidad encuentra en la patrona, una virgen tallada rudimentariamente, un refugio ante la incertidumbre y la violencia que los rodea. Marga, cuya llegada al mundo coincidió con una inundación devastadora, es considerada portadora de un destino trágico. Sin embargo, la joven desafía el papel que le ha sido impuesto, buscando su propio camino en un espacio que parece no dejar lugar para el cambio.

La tensión entre tradición y modernidad también atraviesa la historia. Mientras algunos personajes se aferran a los códigos del pueblo, otros ven en el puerto y en la llegada de mercancías extranjeras una posibilidad de escape. La figura de los barcos, que aparecen y desaparecen en el horizonte, simboliza tanto la esperanza como la inalcanzable posibilidad de un futuro distinto. La llegada de Recio y su relación con Marga encarnan esta tensión, en un intento de romper con el ciclo de violencia y miseria.

El desenlace de la novela no ofrece concesiones. Ladra mantiene la coherencia de su universo narrativo, en el que la redención es un lujo que pocos pueden permitirse. La historia avanza inexorablemente hacia un final marcado por la fatalidad, dejando al lector con una sensación de impacto y desasosiego. La construcción del destino de los personajes sigue la lógica implacable de Paso Chico, donde las oportunidades de escapar son escasas y la violencia es parte de la identidad.

Carnada es una novela que se inscribe en la tradición de la literatura del realismo crudo, con ecos de autores que han explorado los márgenes de la sociedad y la brutalidad de lo cotidiano. La autora logra una narración intensa y envolvente, en la que el lenguaje, los personajes y el ambiente se fusionan para crear una historia que deja huella. Con una estructura sólida y una prosa que no teme adentrarse en la oscuridad, la autora construye un relato que desafía al lector y lo obliga a confrontar la crudeza de un mundo donde la vida y la muerte se cruzan en cada esquina.

Por: María Vila
Fecha: 25-02-2025