Un final, una breve distopía sobre un mundo que camina hacia el precipicio
El joven autor J.P. Sansaloni se estrena en el mundo literario con una digna novela de ciencia ficción catastrófica y asfixiante
Un final (Rayo Verde) es el debut en la escena literaria de J.P. Sansaloni, un joven autor nacido en 1992 en Ferreries (Menorca). Una lluvia ácida que no cesa, como metáfora de la destrucción, envuelve la atmósfera que va creando el autor en esta breve distopía que está ambientada en un futuro inconcreto. Eso sí, el mundo, en su estado más decadente, camina peligrosamente hacia el precipicio.
Los personajes, sin nombres e identificados con partes del cuerpo que se pueden adquirir, buscan la forma de tener experiencias intensas ante lo que puede ser el fin del mundo. Una científica es la encargada de ofrecer a la sociedad unas pastillas con las que los humanos vivirán experiencias llenas de emociones: desde tener orgasmos a irnos de vacaciones y
Gente que viaja por todo el mundo recolectando experiencias y vendiéndolas en sus webs. Ladrones profesionales de pastillas y dispositivos de memoria. Traficantes de experiencias ilegales. Actores y actrices que se emborrachan para olvidar un estreno sin público
Un finalEn Un final, como indica L. J. Salart en el epílogo, el "autor rehúye los asideros habituales de la narración para crear interés en los detalles esparcidos aquí y allá, en historias fragmentadas y poco fiables, en vivencias confusas, y con una distancia indeterminada hacia los personajes".
En el escenario apocalíptico, de lo más asfixiante, creado por Sansaloni, donde las ciudades están siendo destruidas, los ciudadanos luchan por alargar un poco sus vidas. El capitalismo ha devorado con sus fauces a una social que ha perdido cualquier posibilidad de contar con una estructura. La contaminación y la lluvia ácida están acabando con todo.
Por momentos, esta ópera prima de este joven autor menorquín me ha traído al recuerdo La Carretera, de Cormac McCarthy. Con una trama nada convencional, un estilo literario diferente y un ritmo fluido, nos acerca a ese final del mundo que llama a la puerta de la reflexión. La desinformación y las fake news, muy presentes en el mundo actual, navegan también por las páginas de Un final, una novela que también se convierte en altavoz para recoger muchos de las inquietudes sociales del mundo.
Así comienza...
De las dieciocho pantallas de vigilancia, solo las dos del medio están encendidas: en una se ve la entrada principal del centro de investigación, con la puerta blindada llena de cortes ya bolladuras: la otra muestra una sala donde decenas de cuerpos, en cuatro filas, desnudos y tendidos en el suelo, son sacudidos por fuertes convulsiones. El transceptor de radio de la mesa de control, hoy sintonizado en la frecuencia 193.7, no capta ninguna señal. Los chirridos distorsionados y el murmullo de las ondas electromagnéticas contrastan con el mutismo de las imágenes. El brillo que se desprende de estas flota en medio de la oscuridad y llega hasta la mujer de ojos Y, que está sentada en una silla acabando de ajustarse dentro de la oreja un dispositivo de memoria con forma de auricular.
La sinopsis
Una científica está encerrada en un laboratorio, obsesionada por encontrar la fórmula definitiva del producto que ha sometido a la sociedad: unas pastillas que contienen experiencias humanas para sentir emociones y vivencias ajenas. La sociedad de consumo, incapaz de crear o de producir, ha roto el mecanismo que la hacía funcionar.
El hombre ha sustituido su capacidad de imaginar, cooperar y compartir por una sed egoísta e insaciable a la caza de una experiencia superior. El culto del yo se refleja también en el cuerpo, en la posibilidad de cambiar cualquier parte de uno mismo, y dejar de ser para aparentar ser. La obstinación de vivir las vidas de los otros provoca el efecto contrario: el otro ya no existe, ya no importa.
El lector será propulsado hacia el vacío de una existencia que gira alrededor del individuo y de las apariencias, donde encontrará las hipocresías y contradicciones de su tiempo. Un mundo donde veremos las consecuencias de las noticias falsas y de unos medios de comunicación serviles con el poder, donde el hombre no necesita amenazas externas porque es su propio peor enemigo.