Música, Carlos Zanón y 'Love Song'
Una trepidante gira de una banda por el Mediterráneo con el sello narrativo del escritor barcelonés
Tres músicos con mucho talento deciden ofrecer una gira por la costa mediterránea para recuperar la verdadera esencia de la música. Viajarán para ello desde la Costa Brava hasta Tarifa, tocando en campings y bares, en lugares alejados de los grandes conciertos, pero defendiendo en todo momento el poder transformador de la música. Como curiosidad, en la gira únicamente tocarán y versionarán canciones de 1985.
Trató de pensar en ese universo en el que el tiempo transcurría en dirección contraria y, por supuesto que existía, porque eso mismo, precisamente eso, es lo que está haciendo él ahora, cruzándose con los fantasmas de sus años muertos, el corazón acelerado por la cocaína y el temor, el miedo al miedo
'Love Song', de Carlos ZanónLove Song (Salamandra) es el resultado final de una gira musical que tiene como director de orquesta a Carlos Zanón, al que hemos disfrutado en novelas como Tarde, mal y nunca o Yo fui Johnny Thunders. Su nueva novela ni pertenece al género negro ni es un viaje nostálgico, aunque ciertas emociones del ayer regresen en este tour musical vertiginoso de una banda que disfrutará de momentos únicos que les harán, al final de su destino, replantearse profundamente el mañana.
Canciones de amor, música de lealtad y poesía narrativa al más puro estilo Zanón. Una crónica de verdad sobre un tiempo real que a lo mejor jamás volverá, pero que fue vivido y contado con intensidad. Amistades de juventud, triángulos peligrosos y una forma de sentir la vida. Todo un placer literario.
Así comienza...
Se fueron de su mano izquierda. Todos, los cinco dedos. Se largaron en mitad de la cena. No tuvieron ni la delicadeza de avisar o dejar algún dedo en la mano. Su fuga, la de todos, los cinco, no cogió por sorpresa a Eileen. Desde el principio del concierto supo que aquellos dedos iban a acabar haciendo precisamente lo que hicieron, pero tenía la esperanza de que aguantarían hasta los postres. No fue así.
Deseó que nadie se hubiera dado cuenta, pero Jim ya la estaba mirando cuando los ojos de ella se clavaron en los de él. Los ojos de Eileen eran de esos que no piden permiso para mirar. El ocasional bajista, Jim, se acercó a ella como un soldado en una vieja película que simulara la Gran Guerra: trincheras, humo, cables, pedales y trozos de cinta aislante.