Mi esposa y yo compramos un rancho, una novela para amantes del terror
El paso de la ciudad al campo se convierte en una auténtica pesadilla para los protagonistas de este libro escrito por Matt y Harrison Query
Una novela para los fanáticos del terror. Escrita por Matt y Harrison Query, Mi esposa y yo compramos un rancho (Planeta) es un libro que reúne numerosas sensaciones y casi todas ellas son salvajes e intensas. Temblaremos de miedo, nos asustaremos y disfrutaremos con la historia de Harry y Sasha, una pareja de treintañeros que deciden alejarse del mundanal ruido de la ciudad para instalarse en un lugar más tranquilo. Pero lejos de encontrar tranquilidad y paz...
La que parecía que era la casa de los sueños de la pareja se acaba convirtiendo en una auténtica pesadilla, marcada por los espíritus que recorren las páginas de este divertido y espeluznante libro. Historia de contrastes, contada con un ritmo alto que dota de mucha tensión a la narración. Imposible no sobresaltarse con alguno de los pasajes narrados a lo largo de la novela.
Las vivencias del pasado se fusionan con los momentos de terror que vive una joven pareja que se las prometía bastante felices hasta que unos vecinos ancianos les dijeron que tenían que realizar una serie de ritos si querían acabar con el espíritu que habitaba las tierras que recibían a los nuevos moradores. Un espíritu que atormentará a los nuevos propietarios de un rancho que también tiene un papel muy importante a lo largo de la historia.
La sinopsis
Harry, un exmarine, y su mujer, Sasha, han dejado su ajetreada vida en la ciudad para marcharse a vivir de la tierra en un rancho en las montañas de Idaho. Su maravilloso nuevo hogar se halla alrededor de quince hectáreas de campo, álamos y bosques de pinos en el valle de Teton. Aunque sus amigos no comprenden este extraño cambio de vida, Harry y Sasha no pueden estar más emocionados del futuro que están construyendo juntos y sin ayuda de nadie.O al menos hasta que sus vecinos les advierten del espíritu que habita el valle. Uno que, dependiendo de la estación, acecha y cambia de aspecto. Aunque al principio crean que no se trata más que de una superstición local, conforme vayan pasando las estaciones, todo se volverá cada vez más peligroso y siniestro.