La originalidad al desnudo
La editorial Navona Negra ha sido la encargada de recuperar recientemente Matar y guardar la ropa, una novela negra de las que gustan por la exquisitez narrativa, por la originalidad y por la frescura del relato.
El escritor argentino Carlos Salem, autor de este título, demuestra que no hace falta recurrir a los tópicos de la ficción criminal para ambientar y crear una novela negra.
El gran escenario son las palabras del autor y no los nombres de ciudades o lugares extraordinarios que a menudo se emplean para aportar más figuración a la historia.
Un camping nudista de Murcia -a pocos se les hubiera ocurrido- es el lugar de una novela donde los súper expertos en investigaciones y protagonistas de postín dejan lugar a gente de lo más común, entre la que se encuentra un agente de seguros sobre el que girará la novela. Aquí no hay una gran producción con tintes cinematográficos.
En este título el sello es el de la originalidad cien por cien. Y entre la misma van apareciendo guiños como el que hace el autor a un grande de la novela negra como Andrea Camilleri, que presta nombre a uno de los personajes. Por cierto, que en el capítulo de los nombres hay que hacer mención especial para Juanito Pérez Pérez. ¿A cuántos llamados así han encontrado en alguna novela? No hay nada más que decir señoría.
Unas simples vacaciones acaban en un frenético laberinto de acontecimientos y sujetos estrafalarios sin patrón ni guion previsible. Entre lo absurdo de las situaciones y la extravangacia de algunos invitados a la escena de Matar y guardar la ropa, Salem impone su juego literario con una escritura simple, que no simplona, y con un manejo brillante en la composición de la acción. Curiosamente, el autor desnuda lo casual, lo metafórico y lo imposible para vestir de realidad una novela apasionante y reflexiva.