Hasta Marte para no estar solo
Una historia para reconciliarse con uno mismo y con la humanidad
Está claro que los estados de ánimo, los momentos, tienen su influencia cuando leemos. Y gusta encontrarse, en días grises, con libros como El hombre que fue a Marte porque quería estar solo (HarperCollins), uno de esos libros cuya lectura te sube la moral.
Thomas Major está cansado de la humanidad -como casi todos- y para tomar tierra de por medio no encuentra mayor ocurrencia que poner rumbo a Marte para quedarse solo. Cuando se dirige a su aventura espacial le da por llamar a la que fue su mujer, pero el teléfono lo acaba cogiendo una anciana con demencia que está al cuidado de sus dos nietos.
Thomas odia a su padre un poco más. Debería estar aquí ahora, en 1988, no en su tumba. Debería estar aquí por su madre, deberían estar envejeciendo juntos. Ahora todo lo que ella tienen son sus hijos que crecen y la abandonan”
'El hombre que se fue a Marte...'La llamada acaba sensibilizando a Thomas, que empieza a interesarse por la situación de la abuela Gladys. Y con saltos en el tiempo iremos conociendo la vida del protagonista a lo largo de una historia simple, pero con unos personajes que transmiten muchos sentimientos.
David M. Barnett, el autor de esta singular novela, nos hará reflexionar y nos acompañará en la pausa que haremos para valorar las cosas que realmente tienen importancia en la vida. Eso fue lo que hizo Thomas en su reencuentro consigo mismo y con el mundo.
Un libro para sentir y emocionarnos. Nos dejará buenos ratitos y nos reconciliaremos con esos instantes que, a veces, precisamente, no nos dejan alegrías.