Gardel, la brillante biografía del 'Rey del Tango'
Felipe Pigna nos acerca a la figura de un hombre que trascendió las fronteras de Argentina con su música
Son pocos los artistas que logran convertirse en leyendas y representan una parte de la historia de un país. Carlos Gardel es uno de ellos. Su nombre es tango y vida de la Argentina de finales del siglo XIX y principios del XX. Un hombre que revolucionó el concepto de tango y que traspasó fronteras. Un auténtico genio del que ahora conocemos más detalles gracias a Gardel (Planeta), la brillante biografía que ha escrito Felipe Pigna.
Una obra perfectamente documentada que se puede leer casi como una novela, como el relato de unos años, como la historia de un país, como el corazón de un tipo de música, pero, sobre todo, un libro que nos acerca a la persona, al primer artista capaz de entender, de enamorar, de transmitir, de interpretar a los poetas que componían letras a ritmo de tango.
El argentino (nació en Buenos Aires a los años y medio) fue capaz de integrarse a la perfección el mundo cultural que le tocó vivir y demostró ser un vanguardista. Si hubiera vivido en estos tiempos actuales de redes sociales, no hubiera desentonado nada como influencer.
Desde su nacimiento circunstancial en Toulouse, hasta su muerte en accidente aéreo en Medellín en 1935, Gardel repasa la figura del mito, del antecesor de Borges, Cortázar, Evita o Maradona. El libro es como ese tango que te atrapa, que te seduce, que va marcando los tiempos, que te conquista de manera ágil, casi sin darte cuenta. De fondo, música rigurosa, buen ritmo narrativo y muchas incógnitas despejadas sobre la vida más íntima y desconocida de un artista irrepetible.
Así comienza...
A las 8 de la mañana del lunes 24 de junio, el conserje del hotel Granada despertó a Gardel. Carlitos, que había tenido una noche "agitada", estaba agotado y miró el cielo refunfuñado: Bogotá amanecía con un sol muy tímido y muchas nubes amenazantes. Remoloneó un rato y se dispuso con sus asistentes a preparar el equipaje. Bajó a desayunar cerca de las diez en el amplio comedor del hotel. Luego cumplió con algunos compromisos sociales, firmó las últimas fotos, posó para las cámaras y recibió al director de orquesta Efraín Orozco y al gerente local de la United Press. No había almorzado todavía cuando "departió amablemente", como dicen las crónicas, con un grupo de admiradoras, empresarios y periodistas hasta pasado el mediodía. Todos querían despedirse del Rey del Tango.