Escrito en la piel del jaguar o la magia de la literatura colombiana
Sara Jaramillo Klinkert, que sorprendió en su debut con Cómo maté a mi padre, firma una maravillosa novela ambientada en un pequeño pueblo caribeño
Una pareja de urbanitas, los protagonistas de Escrito en la piel del jaguar (Lumen), escapan de su vida de comodidades para trasladarse a un pequeño pueblo del Caribe colombiano donde no tardarán en comprobar que no todo lo que reluce es oro. Sara Jaramillo Klinkert, que ya sorprendió a todos con su ópera prima Cómo maté a mi padre, firma en esta ocasión el relato nada idílico de la vida en este rincón de su país.
Una historia donde está presente el realismo mágico, donde hay curanderas pies de elefante que expulsan fuego por la boca y donde puede llover miel. Una prosa delicada, que acaricia, que acompaña durante una lectura donde las luces y las sombras se enfrentan. Unos personajes cargados de matices, que marcarán mucho, que provocan inquietud y que se alejan en ocasiones de la condición humana, complementan a la perfección una novela que pretende, precisamente, acercarse al alma humana.
Lila y Miguel, la pareja bien situada, se enfrenta a las leyes de los lugareños que son las que imperan en esta comunidad de nativos que forman parte de una historia basada en hechos reales. Perfectamente ambientada, con un imaginario muy peculiar, el tiempo juega también un papel importante por su ausencia.
Da igual el día o el mes, en este pueblo nadie es esclavo de los relojes y sus vidas van marcadas por otros ritmos diferentes. La novela hace precisamente con este guiño una crítica a la dependencia que tiene la sociedad actual de depender de lo que marcan las horas.
Así comienza...
Amanece y es domingo. Quizás jueves. Da igual. De ahora en adelante los días empezarán a acumularse sin medida, lo cual no significa nada porque si algo tiene este lugar es que los días son insoportablemente parecidos unos a otros. Nadie conoce el orden de los meses del año. Nadie sabe el día exacto de su nacimiento. Nadie recuerda con precisión la última vez que cayó agua del cielo. De hecho, cu ando Lila pregunta: «¿Hace cuánto que no llueve?», los nativos le responderán: «Desde el último rugido del jaguar». Así entenderá que, en un lugar donde el tiempo se mide con sucesos, la última vez de la lluvia puede ser el más extraordinario de todos, a no ser que vuele el manglar y un cardumen de peces blanco sea arrastrado por las olas".