El mal hijo, el retrato de una generación y de un pueblo
Salvador S. Molina se estrena en la novela con una aplaudida historia sobre secretos familiares
Una de esas historias cotidianas que se acaban clavando en el alma. Dos personajes de los que dejan huella, de los que marcan. Pascuala y Rubén. Y un pueblo (Alhama de Murcia) que se convierte en un protagonista más. Calor asfixiante de verano y campos eternos labrados entre la historia de una familia. Las relaciones familiares son uno de los temas principales de El mal hijo (Espasa), la novela debut de Salvador S. Molina. Un libro "basado en unos hechos reales que ocurrieron pero que, a la vez, nunca llegaron a suceder".
Con una estructura singular, de manera desordenada, organizada como si fuera un álbum fotográfico de recuerdos, el autor nos acerca a los secretos familiares de una madre, una abuela, está dispuesta a todo para salvaguardar a los suyos. Y ahí aparece un secreto y muchas dudas, las de Rubén, que no recuerda casi nada de su infancia. La fotografía, que ahora juego un rol diferente con la llegada de las nuevas tecnologías, también tiene una presencia destacada a lo largo de la novela.
Un padre que es todo un desastre, que no es buena persona, pero que, sin embargo, marca a Rubén por las lecciones que intenta ofrecerle. Dividida en cinco partes claramente diferenciadas, El mal hijo trata temas como las adicciones, el amor incondicional de una madre, la droga, el suicidio, la inmigración o el concepto de familia. El retrato de una generación de mujeres narrado de manera ágil. Una lectura con una gran profundidad a pesar de que, a simple vista, trata sobre las cosas cotidianas de la vida en un pueblo de Murcia.
Así comienza...
Era allí, cerca de donde los negros recogían las cebollas. De los campos infinitos de lechugas y repollos, de limoneros y paleras comidas por la cochinilla. Donde los pájaros caían del cielo muertos por el calor. Donde el aire arrancaba el olor de la huerta profunda. Era allí donde mi abuela tenía encerrado a mi padre.