El mal cautivo, el diario de una cadena perpetua
Maurizio Torchio es el autor de una desgarradora historia en la que un preso narra su vida entre las sombras y oscuridad de una cárcel
Hace unos meses, una discusión, el error de un familiar, una condena y la prisión. Afortunadamente ninguna víctima mortal, pero sí deudores morales. Y una mezcla entre inquietud, miedo y rabia. Si hubiera seguido tus consejos...
Pero llegan las rejas y encerrado en ellas te encuentras con El mal cautivo (Malpaso), un diario de una vida en la cárcel, del día a día entre las sombras y la oscuridad de ese otro mundo donde el sufrimiento y la violencia crecen entre la soledad y la angustia.
El autor italiano Maurizo Torchio es el autor de esta desgarradora historia en la que un preso narra en primera persona su vida cotidiana en un penal. La debilidad de los malos, la poca libertad de los funcionarios de prisiones, la ley de la cárcel y el dolor de las familias.
Sobre el libro de Torchio, la crítica ha destacado: "Es uno de los más bellos jamás escrito sobre las condiciones carcelarias; con su estilo lacónico y seco, a veces incluso inquietante por su realismo. El autor crea una narrativa que, a partir de la observación de un prisionero especial hacia los otros prisioneros comunes, describe un mundo entero desde adentro, mostrando la magnitud de su dolor y su incapacidad para sanar".
Así comienza...
Te dicen: orejas. Doblas las orejas y te vuelves, primero a la derecha, luego a la izquierda. Nariz. Inclinas la cabeza hacia atrás para facilitar la revisión. Boca. Abres la boa. Las puertas del cuerpo se abren acatando una orden. Abres la boca pero no te dan de comer: comprueban que no llevas nada. Levanta la lengua. Obedeces. Saca la lengua. Obedeces. Encías. Separas los labios usando las manos. Tus dedos a disposición de los guardianes. La boca está vacía, no hay nada irregular. Al regresar es fácil tenerla vacía, porque en los permisos conviene hablar mucho. Conviene ir con una mujer que conozca la cárcel: porque haya estado encerrada o porque de niña la llevaran a ver a un padre o a un hermano. Tal vez el marido siga allí. Hay chicas que tienen prisa y no comprenden. Creen que si no ves una mujer desde hace veinte años, querrás devorarla por la calle .