Donde los perros ladran con la cola
Estella-Sarah Bullle firma un notable estreno literario con una novela que nos lleva hasta la isla de Guadalupe en los años cuarenta
Notable estreno en la novela de Estella-Sarah Bullle, una escritora francesa de madre criada en la frontera franco-belga y de padre guadalupense. La isla de Guadalupe, precisamente, se convierte en el principal escenario de una obra que recorre la historia de dicho país y, al mismo tiempo, teje los hilos del pasado en una narración protagonizada por mujeres con una capacidad y una fuerza muy especial.
Entonces me puso de lado y me remangó la falda. Por un instante temí también que me bajara las bragas y que todo el mundo me viera las nalgas. Pero la herida se veía con solo levantar la falda. Sentí vergüenza, me hubiera gustado salir corriendo
Donde los perros ladran con la colaLa autora recrea la vida de su familia en Donde los perros ladran con la cola (Tiempo de Papel), una novela coral que ha sido galardonada con premios como el Stanislas al mejor escritor novel o el Premio Carbet a la mejor novela del Caribe. Su estreno en Francia tuvo una excelente acogida por parte de la crítica.
Un viaje a los años 40, con unos bellos paisajes de fondo, que se reencuentran con el presente para ofrecernos el retrato de una familia que sobrevive ante la miseria y la discriminacón racial. Una narración armónica y melodiosa, con una mezcla de cultural y creencias espirituales. Los personajes, marcados por un carácter fuerte, nos muestran la vida cotidiana de la época.
Todo un canto al mestizaje, a las raíces, a través de un relato polifónico en esta novela coral que nos acerca a las Antillas francesas. Los protagonistas se van pasando a lo largo de las páginas el testigo de unas historias entrañables y llenas de sensibilidad .
La sinopsis
La isla de Guadalupe en los años cuarenta podía ser un lugar paradisíaco, con el mar tan azul, el bullicio de las calles, su olor a especias, azúcar y ron, pero también el escenario de la discriminación racial, la miseria y la inevitable emigración a la metrópoli. A través de los recuerdos de los personajes, Bulle reconstruye una historia familiar ligada al pasado colonial y protagonizada por mujeres fuertes e independientes.
Así comienza...
Abandoné Morne-Galant al alba porque era la única forma de no achicharrarme bajo el sol. Morne-Galant es un lugar en medio de la nada, o mejor dicho, una matriz de la que salí como un ternero sale de su madre, con las patas hacia delante, dispuesto a morir con tal de desprenderse de los costados que lo retienen. Antes de cumplir siete años vi unos cuantos partos de terneros y sé que pueden acabar mal. Papá siempre dejaba que la naturaleza hiciera su trabajo; era ella la que debía decidir quién vivía y quién no.
No obstante, quería a sus animales. Cuando me fui tenía cinco o seis. Vivían alrededor de la casa, lanzaban largos mugidos roncos para que los lleváramos al abrevadero de chapa ondulada plantado en medio del terreno. Papá soltaba una a una las cadenas que los sujetaban a unas estacas y ellos corrían hasta la pila.