4 grados bajo cero, una novela para subir la temperatura anímica
Risas, nostalgia y buenos momentos en el cierre de la bilogía de Nacho García 'Nas' tras 35 grados a tu sombra
Y volvemos al pasado para construir el presente. Y nos acercamos a la segunda parte de una divertida y nostálgica biología. Si te gustó 35 grados a tu sombra ya vas tarde si todavía no has leído su continuación: 4 grados bajo cero (Editorial Sargantana). Nacho García Nas es el autor de una novela que cuenta con prólogo del cantante Santi Balmes (Love of Lesbian). Lawerta ha sido el encargado de dar vida a la portada del libro.
Al igual que ocurriese en la novela anterior, en esta ocasión tampoco faltan las referencias culturales ni la música, presente a lo largo de una historia entretenida con la que conectaremos rápidamente por el estilo y la naturalidad narrativa que emplea el autor. Una novela sobre la vida. Atrás quedaron los años de juventud y ahora el protagonista se enfrenta a la realidad compuesta por el trabajo, la familia y las relaciones.
Lo he decidido, voy a esconder mis prismáticos y subirme al tren del instante y vivir, dejarme llevar, fluir, sentir... y punto
4 grados bajo ceroUna lectura que nos dejará momentos inolvidables, con pasajes muy emotivos, con recuerdos de lo vivido y también con un lugar importante para las risas. Los cuatro amigos vuelven a compartir vivencias y aventuras existenciales. Una novela que se lee fácil, que nos dejará un regusto especial porque nos sentiremos identificados con muchas de las cosas contadas.
Un abrazo al pasado para mostrarnos lo que somos. Buen ritmo, diálogos frescos y esos primeros amores que no se olvidan. 4 grados bajo cero, ideal para subir la temperatura anímica en estos momentos en los que no necesitamos ni dramas ni profundidades.
Así comienza...
Una chica con la que salí un par de veces hace casi diez años afirmaba que al eyacular se escapaba también, como un documento adjunto en un correo electrónico, un pequeño fragmento del alma, como si fuéramos una madeja de hilo que se deshace y se precipita hacia el techo del cielo. De ahí, trataba de explicarme, nuestro repentino estado de efímera felicidad, la sensación de ingravidez, porque bailan y se desprenden hebras de nuestro tejido espiritual. Cierto que aquella chica acostumbraba a fumar marihuana, pero tenía reflexiones acojonantes. No sé qué fue de ella, sinceramente. No llego a comprender por qué, pero cuando estoy en el trabajo y tengo mucho lío, de vez en cuando me vienen flashes de otra época, recuerdos que me hacen reír, como si fueran descansos mentales... Uno de mis hermanos me dijo una vez que soy nostalgicrónico y creo que tiene razón.