¿Y si la inteligencia artificial tomase el control del mundo?
El error de Peter Brunsen, una más que interesante novela de ciencia ficción escrita por Cristina Peña Andrés
¿Qué pasaría si la inteligencia artificial tomara las riendas del mundo y empezase a mandar sobre el ser humano? Cristina Peña Andrés aborda esta cuestión en El error de Peter Brunsen (Libros La Tortuga Boba), una distopía que nos sitúa en el año 2039 con una supercomputadora (ROB.com) gobernando el planeta.
En los últimos tiempos están apareciendo numerosos títulos de ciencia ficción que plantean un mundo dominado por las máquinas. El error de Peter Brunsen, además de mostrarnos de manera realista este mundo en el que conviven robots y humanos, reflexiona de manera muy interesante sobre otros asuntos como la esencia del ser humano.
Dar a luz era algo intrínseco al ser humano que se debía mantener. Así vino Dios al mundo, alumbrado. No se podía eliminar algo que formaba parte de la esencia misma de la vida
El error de Peter BrunsenLa autora nos hace pensar sobre el tipo de sociedad en el que vivimos y sobre cómo acabaremos si no somos capaces de acabar con el individualismo del ser y con la dependencia de las nuevas tecnologías. Bien escrita, sin rodeos, llevándonos directamente a la escena y situándonos de manera clara en la historia. Con un ritmo muy dinámico, la novela se lee de manera ágil. Una lectura entretenida y reflexiva a la vez. Te sorprenderá.
Así comienza...
Aquella mañana de final de agosto de 2039 llovía intensamente, igual que cada año al empezar un nuevo curso. Los robots, que en un comienzo habían manipulado el clima para prevenir o contener fenómenos naturales extremos, como huracanes o tornados, habían ido desarrollando técnicas mucho más precisas que permitían que la climatología contribuyera al bienestar de los humanos, aumentando la eficiencia de la agricultura, optimizando las cosechas y erradicando las sequías. En esa zona geográfica, el Programa de Gestión de la Meteorología establecía que el mes de septiembre se iniciara con abundantes lluvias. Los catorce días que duraba la pausa de verano tenían, en cambio, un clima ideal para el descanso y la diversión: tiempo seco y temperaturas templadas, de entre veinte y treinta grados centígrados.