Un libro con muy mala leche
Filosofía, literatura, historia y redes sociales, en el último libro de Xavier Sardá
¿Puede un libro hablar de literatura, putas y censura, al mismo tiempo que de filosofía, machismo y otras joyas? ¿Suavizan las palomitas los insultos de películas? Y, a todo esto, ¿cómo puedo saber si soy un adicto a las redes sociales? ¿Piensas que estoy loco? Insulta, que algo queda. Yo también te quiero.
Y, por cierto, antes de que se me pase, ¿te has preguntado alguna vez por qué hay tanta mala leche en las redes sociales? Bueno, no sólo en las redes… Lo del mal carácter viene de muy largo. Habría que remontarse al principio de los tiempos para empezar a encontrar los primeros casos de muy mala leche.
Y casi hasta entonces se remonta Xavier Sardá para contarnos Una historia de la mala leche (Espasa), un libro que recoge una serie de enfrentamientos públicos protagonizados por personajes de todo tipo y pelaje. Desde escritores a deportistas sin olvidarnos de políticos o artistas.
El autor apuesta en su obra por el insulto, siempre y cuando sea ingenioso y creativo. Hay que innovar y actualizarse también en este capítulo. Uf, vaya lío, los insultos de mis amigos no son mis insultos. Con buenas dosis de humor y curiosidades varias, esta guía del mal genio recoge un un buen número de comentarios vejatorios que se utilizan en nombre de la mala leche.
"El que insulta necesita al insultado"
"Los que escriben y opinan públicamente en nuestro país tienen garantizada la libertad de expresión y pueden decir lo que piensan, siempre y cuando acepten deportivamente que después les llamen de todo. Faltaría más. Si alguien llega a normalizar la situación, los insultos tienen ciertos aspectos positivos, porque fomentan la imaginación del que los recibe. Ya sea por incapacidad gramatical o por pura inquina anímica, el que insulta envía un mensaje que va mucho más allá del oprobio. El que insulta necesita al insultado. El que insulta en las redes sociales le brinda al agraviado un instante de intimidad casi fraterna”.
