Tránsito, una historia de refugiados y el exilio en una novela existencial que deja huella
Anna Seghers da vida a la historia de un joven narrador anónimo que escapa de dos campos de concentración
Tránsito (Nórdica Libros) es uno de esos libros que hay que saborear con tragos cortos, leyendo con tranquilidad mientras maduramos lo que guardan las letras escritas por Anna Seghers, una autora que durante la Segunda Guerra Mundial tuvo que refugiarse en Marsella durante la ocupación de París por parte de los nazis alemanes.
De refugiados trata el thriller literario que tenemos en nuestras manos. La historia de un joven narrador anónimo, que se escapa de un campo de concentración en Alemania y después de otro en Ruan, compone esta novela existencial que nos acerca a esa vida de los refugiados y exiliados d
Tenía la cabeza apoyada en las rodillas, las manos delante del rostro. Sin embargo, en la única y oblicua mirada que me lanzó entre dos dedos a través de la habitación advertí que sabía muy bien lo que le esperaba: una vez más, qué si no, el amor
TránsitoUn drama, el de los desplazados por la guerra, que camina hacia una profunda meditación kafkiana sobre la vida y nuestros deseos humanos más mundanos. La novela es de las que tocan la fibra, narrada de una forma totalmente realista, con una descripción brutal del dolor de la guerra. Una historia que retrata y desenmascara al fascismo y que, entre la barbarie, tiene también un canto a la esperanza con una historia de amor de fondo.
El narrador, tras llegar a Francia, trata de cruzar el océano con destino a América. Con una narrativa muy cuidada y una trama bien definida, Tránsito es un visado a una vida mejor; una radiografía del horror, pero también del camino hacia la paz.
Así comienza...
Dicen que el Montreal se hundió entre Dakar y La Martinica. Chocó con una mina. La naviera no da información alguna. Quizá no sea más que un rumor. Comparado con los destinos de otros barcos, que fueron perseguidos por todos los mares con su carga de refugiados y jamás fueron acogidos en puertos, barcos a los que se prefirió dejar arder en alta mar antes que permitirles echar el ancla solo porque los documentos de los pasajeros habían expirado unos días antes, comparado con esos destinos el hundimiento del Montreal es una muerte natural para un barco en tiempo de guerra. Salvo que nos ea más que un rumor.