Tan sencilla como extraordinaria
Si eres amante de la buena literatura, tienes que enamorarte con la historia de Me llamo Lucy Barton (Duomo Ediciones). Pintada con el alma, esta novela de Elizabeth Strout es un retrato íntimo del amor maternal. Contado con pinceladas breves, pero de esas que quedan dibujadas para siempre en el lector.
La intensidad se mezcla con la belleza de un relato sensible. Lucy, además de escritora y enferma de apendicitis que se reencuentra -en el amplio sentido de la palabra- en un hospital del centro de Manhattan con su madre, es la narradora que nos acompaña por los caminos de la pobreza, la soledad y las relaciones familiares.
Con saltos en el tiempo, con idas y venidas a la infancia, con recuerdos y confesiones, hija y madre van tejiendo su nueva existencia. Emociones, sentimientos y reflexiones durante los cinco días que ambas comparten durante el ingreso hospitalario de Lucy.
Las conversaciones entre madre e hija tienen el mismo peso que los silencios. Con un estilo muy directo, con giros muy emotivos, Me llamo Lucy Barton es un libro tan sencillo y natural como extraordinario.
“Le escribí una carta a mi madre. Le decía que la quería y le daba las gracias por haber ido a verme al hospital. Le decía que jamás olvidaría lo que había hecho. Ella me contestó con una postal del edificio Chrysler de noche. No tengo ni idea de dónde encontraría esa postal en Amgash, Illinois, pero me la envió. Decía: Yo tampoco lo olvidaré nunca. Y firmaba: M”.