Poniente, una novela policiaca ambientada en la Costa del Sol
Txusmi Sáez firma una intensa y entretenida historia muy recomendable para los amantes del género
Una novela policiaca en su sentido más literal, ya que nos narra el día a día de esos héroes anónimos que forman parte del cuerpo de la Policía Nacional. Poniente es el título de un libro que nos acercará a la Costa del Sol para conocer más sobre las interioridades de una Comisaria Provincial y una patrulla de agentes formada por Aitor Etxeazarreta, un ex ertzaina, y Carmen García, una policía con una gran experiencia en Seguridad Ciudadana. Juntos se enfrentarán a la investigación sobre una serie de muertes que, aunque inicialmente habían sido tratadas como causales, esconden algo más de fondo.
Txusmi Sáez (en la imagen) es el autor de esta novela policiaca que cuenta con una notable documentación. Ambientada en tierras malagueñas, el escritor vasco da vida a una historia que mantendrá alerta al lector en todo momento. Bien escrita y con un final sorprendente, Poniente gustará a los amantes del género policiaco.
A Txusmi ya hemos tenido la suerte de leerlo anteriormente en Más Leer. Junto a él hemos conocido gracias a Historias de un autobús muchas de esas situaciones de la vida diaria que se viven en un medio de transporte público. Siberia, un thriller de espías, es otra de sus obras.
Disparé un tiro al aire para dejar las cosas claras mientras no quitaba un ojo de encima a mi pareja, que se encaraba en esos momentos al tremendo orangután armado
PonienteEn Poniente, el autor vitoriano demuestra estar a la altura manejando una buena narrativa con unos personajes muy bien perfilados y manteniendo en todo momento la intensidad y tensión en el relato. Los diálogos son frescos y la ambientación de los lugares aporta bastante al resultado final de la novela. Nos encontraremos con algunas sorpresas en varios pasajes de la historia y nos llamará mucho la atención el final. Un libro entretenido, de lectura rápida y muy recomendable.
Así comienza...
"Acababa de pasar Aranda de Duero y sentía como el olor a cordero asado en hornos de leña había inundado de aroma mi vieja furgoneta americana con asientos de cuero y tapizado azulón, creando una extraña simbiosis entre lo genuinamente yanqui y lo tradicionalmente castellano. A menos de diez kilómetros, la pequeña población de Milagros, con su transitada área de servicio siempre en constante agitación, apareció ante mis ojos a un lado de la autovía. Cuando circulaba por aquellas tierras, de Pascuas a Ramos, y bordeaba el pueblo con poco más de cuatrocientos habitantes, recordaba con agrado ese nombre, repitiéndolo mentalmente para mis adentros. Milagros era una robusta y regordeta mujer que durante muchos años regentó una panadería artesanal en el barrio de Artxanda, en Bilbao, donde y nací y me críe".