Las apariencias engañan para bien
Por si no lo tenían claro, cuando lean El huerto del espantapájaros (Colección Stoker de Dolmen) habrán despejado cualquier tipo de duda. Sí, las apariencias engañan. Y tanto...
El cuento infantil con el que Allan J. Arcal (pseudónimo empleado por Jorge Arjona Calero) invita a leer su novela es simplemente una muestra de que nada tiene que ver con las primeras impresiones. Al igual que también es engañosa la tranquilidad de Embla, ese pueblo en apariencia tranquilo. Pero lo dicho, las apariencias engañan...
Y en el pueblo desaparecen niños y más niños. Y el cuento infantil se va convirtiendo en leyenda para dar paso a un oscuro camino de terror. Con un estilo sencillo y directo, el autor va llevando al lector a su terreno. Le va invitando poco a poco a entrar en ese escenario que se convierte prácticamente en un protagonista más de la historia junto a otros personajes como Juto, Alicia o Timothy.
Sin perder en ningún momento la narración en primera persona y sin adentrar mucho en el interior de los personajes -simplemente lo justo y necesario-, Allan J. Arcal va trenzando bien las secuencias.
La novela ofrece en algunas fases aroma a clásico. Entre las sombras siempre aparece el terror gótico y las pinceladas de relatos que recuerdan a leyendas de los países del norte.