Empar Fernández se estrena con nota en la novela negra con 'Será nuestro secreto'
El subinspector Mauricio Tedesco es el protagonista de una ficción con una adictiva trama criminal
A Empar Fernández la hemos leído en Más Leer en Hotel Lutecia y La epidemia de la primavera, dos libros de un corte totalmente diferente (abordan la historia europea contemporánea) a su última publicación, Será nuestro secreto (Al Revés), una novela negra protagonizada por el inspector Mauricio Tedesco junto a sus agentes de confianza Lidia Sampedro e Iván Cabrera.
Un juego de ambiciones y poder circula por esta historia que narra una realidad mordaz donde queda retratada la alta burguesía barcelonesa. Con una trama criminal que atrapa y con ágiles guiños, la autora destaca por su prosa directa, sin estridencias.
La desaparición de una adolescente de 14 años tras actuar en una función escolar es el punto de partida de Será nuestro secreto. No será difícil empatizar con el papel del subinspector Tedesco, un tipo muy normal, de lo más observador, que se pone tanto en la piel de la víctima como del criminal.
Gran conocedor de la condición humana, no está muy ducho en el manejo de las nuevas tecnologías. Un personaje muy bien perfilado que, a buen seguro, vivirá futuras aventuras en próximas novelas de Empar (en la imagen).
Lidia e Iván, los compañeros de Tedesco, son los complementos perfectos para llevar a cabo una investigación que se irá enredando a cada paso para disfrute del lector. Los Renom, la familia de la joven desaparecida, son una familia acomodada que adoptó a Noa cuando tenía 3 años. Aunque es una ficción, tampoco escapa mucho de la realidad. Sin lugar a dudas nos encontramos con un retrato oscuro de la sociedad en el que también cabe la compasión.
Así comienza...
Ya no queda nadie en la sala de actos cuando Noa la abandona con el violín en su funda y las partituras bajo el brazo. Muchos de los asistentes han querido felicitarla personalmente, le han estrechado la mano y en un gesto de cariño le han revuelto el cabello negro y tan lacio que ha regresado de inmediato a su lugar. Por eso, y porque no encontraba su abrigo por ninguna parte, ha tardado tanto en poder salir. La profesora la espera en el vestíbulo para apagar las luces y cerrar las puertas de la sala mientras Noa dobla las partituras y las guarda en el abrigo rojo del uniforme escolar.
–Hasta el lunes. Y muchas felicidades. Has tocado muy bien. Has nacido para tocar a Mozart. Sabía que no me equivocaba al asignarte la sonata 21. Lo sabía —añade felicitándose a sí misma—.