Elena Garro en estado puro
Fue publicada por primera vez hace más de 30 años, pero se sigue conservando como una lectura fresca y una propuesta interesante. Un libro que ha reeditado Drácena con motivo del centenario del nacimiento de la autora -muchos sitúan su llegada al mundo en 1920 y no en diciembre de 1916- y que cuenta con epílogo de Marta Sanz. Reencuentro de personajes, de Elena Garro, es la obra en cuestión. Un relato intenso y frenético, envuelto en capa de thriller y que acaricia el realismo mágico con una narración que atrapa a la novela dentro de la propia realidad.Verónica es la protagonista de una historia marcada por su amante, Frank, que la conduce de manera vertiginosa por Europa. En otras novelas, en ese reencuentro con personajes literarios, la protagonista encuentra la solución a la intriga -con asesinato de por medio- que va recorriendo el libro desde el principio. La autora mexicana construye una narración en la que juega con la ficción. Verónica vive dos realidades paralelas, la de su aventura y la de la lectura dentro de la propia lectura.
Tres novelas en una. Por eso, la lectura también necesita de cierta atención para no perdernos en la configuración inicial y desarrollo de las situaciones que la autora va creando y de ese baile de personajes que van apareciendo en escenas que van cambiando con facilidad. La escritura es valiente y adelantada a los tiempos por la visión que realiza la autora sobre temas como el adulterio o la homosexualidad. Verónica representa ese miedo de muchas mujeres a su maltratador, esas ganas de acabar con todo pero sin poder, esa lucha interior que no encuentra salida y que acaba sometida a vivir de forma miserable al lado de un ser despreciable.
Entre ficción y realidad, como un sueño que atraviesa en muchas ocasiones la línea de la pesadilla, Reencuentro de personajes es difícil de clasificar dentro de un género. A veces camina próxima a la novela negra, pero de momento huye hacia la fantasía, al mismo tiempo que recorre también la crítica a una sociedad machista y se pasea, con tintes eróticos, por una montaña rusa de contrastes y sensaciones.