El viento conoce mi nombre: Allende, siempre Allende
La escritora chilena sigue despertando grandes sensaciones entre sus lectores. En su última novela aborda temas como la migración o el desarraigo
Dos historias forman parte del último libro de Isabel Allende, El viento conoce mi nombre (Plaza & Janés). Dos niños se convierten en protagonistas de una novela impregnada por el sello característico de la autora chilena. Pasado y presente se entrelazan durante una narración donde la violencia está muy presente junto a la esperanza y solidaridad. Soledad, incertidumbre y desarraigo son también ingredientes presentes en esta novela que nos llevará desde la Austria nazi de 1938 hasta Inglaterra y de El Salvador hasta los Estados Unidos.
Samuel Adler y Anita Díaz son los protagonistas. El primero, un niño judío de seis años que tendrá que viajar solo hasta Inglaterra tras la desaparición de su padre en la Noche de los Cristales Rotos. Anita, de siete años, también viaja en otro tren, igualmente sola y asustada, para exiliarse en Estados Unidos ocho décadas después del exilio de Samuel.
El gran drama de la migración, de los refugiados, queda retratado en un libro que muestra el dolor y sacrificio de los padres que tienen que separarse de sus hijos para ponerlos a salvo. La conexión entre Samuel y Anita ofrecerá grandes momentos de lectura a quienes recorran las páginas de El viento conoce mi nombre.
Con unos personajes inolvidables, el relato es por momentos bastante conmovedor, pero también ofrece un poco de luz en aquellos momentos donde parece que todo está oscuro.
Una crítica actual, a pesar de abordar también el Holocausto alemán, hacia los gobiernos y sus políticas migratorias que casi nunca hacen nada por la integración de las personas. Narrada de manera ágil y con una prosa muy cuidada, Allende vuelve a cautivar una vez más a sus lectores con una obra realista que está contando con una excelente crítica.