El placer de leer: seis libros que nos cautivarán
De 'La alegría del exceso' o 'Terramores' a una nueva novela de Camilleri. Recomendaciones para disfrutar de la pasión por la lectura
Como a La cautiva de la Alhambra, estas seis recomendaciones literarias nos cautivarán, nos atraparán, nos sorprenderán y harán disfrutar del placer de leer.
La cautiva de la Alhambra
"Las dos acémilas, transportando sobre sus lomos sendos costales de lona con las fanegas de trigo que enviaba el regidor de Zuheros, don Martín de la Cruz, para su molienda, se detuvieron junto a la cabecera del puente de piedra que daba acceso al molino harinero de Hernán Díaz Patiño, menestral que ejercía ese oficio por encargo y bajo la autoridad del concejo de aquella enriscada villa cordobesa". Así comienza esta novela que nos acerca a la vida de Fadrique, el hijo de un molinero que habita en un monasterio franciscano. Allí recibe una noticia de lo más terrible: su familia ha sido secuestrada por guerreros norteafricanos. El protagonista consigue cruzar el Estrecho para tratar de localizar a sus padres en Tetuán, donde le dicen que han sido vendidos como esclavos. Pero una vez allí, se verá obligado a regresar a Córdoba para comenzar la búsqueda de su hermana.
Antonio Torremocha Silva es el autor de una novela que, editada por Almuzara, nos transportará a la época con una narración que fusiona el entretenimiento con la divulgación. Y es que este escritor cuida mucho los detalles y el contexto histórico para presentarnos una ficción, tanto en ambientación como en la forma de vivir y las costumbres, próxima a lo que sucedía en la época. Muy descriptiva, Torremocha Silva completa con esta novela la trilogía que ha realizado sobre la historia del siglo XIV (La Cruz de Belisario y La venganza del Rey bastardo son los otros dos libros).
La secta de los ángeles
Andrea Camilleri se fue, pero siguen sus libros para disfrute de los amantes de este gran maestro de la novela negra. Nos encontramos en esta ocasión ante una inédita y magnífica historia del escritor italiano, que nos lleva hasta principios del siglo pasado. Al año 1901, para ser más exactos. Basada en hechos históricos documentados, la población de un pequeño pueblo siciliano está alarmada y preocupada ante una plaga de cólera de extraña procedencia. Matteo Teresi, abogado de los más desfavorecidos, denuncia en el periódico las prácticas delictivas de un grupo de hombres llamado la secta de los ángeles. De esta forma, Matteo se enfrentará a curas, mafiosos y nobles para intentar defender a aquellas personas más vulnerables y débiles. Con su estilo de narrar inconfundible, Camilleri firma una entretenida novela. Entre la novela policiaca y la histórica nos acercamos a una trama donde conviven la soberbia y las injusticias.
Así comienza La secta de los ángeles: "–Si los señores socios prestan un momento de atención –dijo don Liborio Spartà, presidente del círculo Honor y Familia–, quisiera abrir la urna y proceder al recuento de las bolas. En el salón, la charla entre los socios se detuvo poco a poco hasta que hubo un relativo silencio. Relativio porque don Anselmo Buttafava, como de costumbre, se había quedado dormido en el sillón adamascado en el que se sentaba desde hacía más de treinta años y roncaba con tanta fuerza que los vidrios de los balcones que tenía delante temblaban ligeramente".
Las cerezas del cementerio
"Una alcoba infinita. Son una misma cosa yerbas y alfombras, parrales y doseles, frutas y joyeles. ¿Sobrerrealismo? No; sino interiorismo. Y a ello responde el estilo de Miró, su manera de tejer y de bordar sus paisajes y sus figuras humanas. Y de realzar el bordado con los adjetivos más comunes que lanzan tornasoles o mejor tornalunas a una luz de ensueño". De esta manera describe Miguel Unamuno, prologuista de Las cerezas del cementerio, el estilo de Gabriel Miró, autor de esta novela que ha reeditado con acierto Drácena.
Un adelantado a la narrativa de su tiempo, el autor exhibe su fuerza descriptiva y esa especial sensibilidad en el uso de un lenguaje rico y lleno de musicalidad. Sus personajes están perfilados con la sombra del subjetivismo y su relato destaca por la capacidad de acercarnos con sus descripciones a lo contado.
El lenguaje casi poético, y el paso del tiempo, puede que dificulten un poco la lectura, pero lejos de ese contratiempo, totalmente salvable, la novela se lee de manera ágil en ese vaivén entre lo profundo y lo sencillo. La calidad de esta obra es innegable, independientemente de los gustos literarios de cada lector.
La alegría del exceso
Al Londres del siglo XVII nos acercamos gracias a Samuel Pepys, un gran bebedor y comilón que dejó buena muestra de sus gustos culinarios en La alegría del exceso (Diarios gastronómicos), una obra editada por Nórdica Libros. "A casa desde la oficina y luego a la residencia de milord, donde mi esposa había preparado una comida excelente, a saber: un plato de huesos con tuétano, una pierna de cordero, un lomo de ternera, un plato de pollo, tres gallinas y dos docenas de alondras, todas en una fuente, una gran empanada, una lengua de vaca, un plato de anchoas, otro de gambas, y queso". De esta forma comienza esta degustación gastronómica, una auténtica comilona literaria que nos acercará a los festines de este peculiar cronista de la época. Un retrato de la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XVII en un libro que, a modo de diaria, compila las entradas de las comidas.
Todo un canto al exceso y a la celebración de la comida. Nada parece quitarle el apetito a este peculiar personaje que engulle hasta prácticamente vomitar. Mientras la peste mandaba a miles de personas, Pepys seguía comiendo. El descuartizamiento de un hombre delante de él tampoco era motivo para dejar de comer. Un libro para leer después del almuerzo o la cena.
Destiempo
Silvia Bardelás aborda la complejidad humana en esta novela editada por De Conatus. La autora gallega se deshace de etiquetas literarias para contar la historia de un grupo de personajes que buscan su propia realidad para seguir sintiéndose vivos. Entre el pasado y el presente transcurre una acción que va más allá de las escenas y el movimiento. Lo que se mueve es esa búsqueda interior, esa manera de interrelacionarnos para, en muchos casos, escapar y alejarnos. Sus personajes intentan fugarse de la mediocridad. Al menos, la autora intenta que estén en la orilla más lejana posible de los que van de víctimas. Saben que tienen que construir su vida y que no pueden esperar a que sean otros quienes las edifiquen. Entre un ir y venir, la vida cotidiana se convierte en protagonista de esta novela comunitaria.
"–Hermanos: Vivimos en un tiempo en el que no podemos ser quienes somos. Todos esperan de nosotros que seamos lo contrario de lo que somos. Y si algo hizo Jesús fue ser él mismo. ¿De qué nos sirve que otros nos miren y digan: qué buena casa tiene, qué bien se conserva, qué hijos tan preparados? ¿De qué nos sirve salir en el periódico con alguna noticia, no sé, ser elegido para algún cargo, o celebrar las bodas de plata por todo lo alto?". Así comienza Destiempo, que cuenta con traducción de Moisés García.
Terramores
La más pequeña de las islas canarias, la de El Hierro, tiene paisajes que enamoran y que se han convertido en escenario de una novela. Al menos, en dicha isla está ambientada Terramores. Víctor Álamo de la Rosa se encarga de ponerle letra a esta historia donde el amor romántico juega con una serie de personajes de los que dejan huella. La novela, que ha aparecido en la serie de televisión Hierro, conquistó en primer lugar a los lectores franceses y luego se hizo con su sitio entre el público español. La editorial Baile del Sol ha decidido, con acierto, lanzar esta nueva edición que nos acerca a las aventuras de Manuel el Huido, un alcalde que estuvo ocho años –de ahí el apodo– escondido en cuevas de El Hierro durante la posguerra. Su novia Rosa, la bella Baldomera, el cura diabólico Nicasio de Jesús o el burro Pandero son algunos de los personajes que nos encontraremos a lo largo del libro.
La novela comienza así: "Lo que le puede psar a un burro, pobrecillo, lo que le puede pasar a un burro en esta isla de demonios es difícil de imaginar. Hoy como quien dice el burro de Inocencio se escapó y se puso ciego de higos de leche, ciego, porque a la mañana siguiente no veía tres montados en un burro, esto es, que no veía nada de nada, porque al animal se le subió el azúcar, el azúcar de los higos blancos, que es mucho muchísimo, y el azúcar se le quedó nadando en los ojazos, grupúsculos de azúcar dándole vueltas y más vueltas en las retinas hasta convertirlo en un burro inservible".