El pasado siempre vuelve
Un viaje de ida y vuelta. Una mirada en el tiempo a Los años dorados (Suma de Letras). Este es el título de la última novela de Antonio Lázaro, una obra que recupera recuerdos pero sin la pretensión de envolverlos con nostalgia y melancolía. El libro es echar la vista atrás para evolucionar, para contar el presente mirando el futuro.
Con los años previos al inicio de la Transición como punto de partida, el autor firma una novela que cuida el rigor histórico y que nos presenta un misterio por resolver. En Los años dorados queda claro que el pasado siempre vuelve por mucho que nos empeñemos en enterrar nuestro ayer. Los intentos de Mateo Quesada, protagonista en cuestión, por intentar borrar de su memoria las páginas del pasado fueron insatisfactorios.
Cuando en apariencia la vida parecía que le trataba bien, se tropieza con una de esas piedras del pasado que le llevan a viajar en el tiempo para reencontrarse con todo aquello que se quedó atrás. Y lo que empezó por una mirada al ayer acaba convirtiéndose en una necesidad existencial de cerrar los flecos de los capítulos que quedaron abiertos.
Con una mezcla de tonos marcada por el tiempo, con una narrativa bien cuidada y unos escenarios bien ambientados, Lázaro fusiona los 70 con los 2000 en esta novela generacional que traerá muchos recuerdos. Entre las sombras del pasado, con la importancia de la poesía y con los sueños de toda una generación, Los años dorados atrapa con su ritmo de thriller a un lector que disfrutará de la historia.
“¿Quién dice que el botellón es algo alienante y falto de imaginación? Aquello era un botellón literario, un homenaje en toda regla a Shakespeare y su Sueño de una noche de verano. Aunque, a decir verdad, les había salido algo que evocaba más bien la imaginería de El Señor de los Anillos”.