Dos novelas en una. Por un lado, el relato que recoge Hermanos de sangre (Seix Barral). Por otro, la novela imaginaria que se puede trazar con todo lo enigmático que rodeó y sigue envolviendo a esta historia que fue prohibida en su día por los nazis.
Escrita en 1932 por Ernst Haffner, poco o nada se sabe de su autor. Los únicos datos que se conocen es que vivió durante unos años en el Berlín que narra en su novela y que fue periodista, y tal vez también trabajador social. Nada más se sabe sobre este escritor que firmó su libro con el título de Juventud en la carretera a Berlín.
Tal vez Ernst murió durante la Segunda Guerra Mundial o por temor a represalías mantuvo siempre en silencio la autoría de una novela que fue recuperada 80 años después de ser quemada por los nazis. Lo dicho, dos novelas en una.
La escrita, la del papel, es la historia de un grupo de adolescentes que convive con las miserias del Berlín de 1930, un Berlín de entreguerras que es retratado sin adornos por Haffner. El autor describe una Alemania de lo más inestable en los años previos al ascenso de Hitler al poder.
Por las calles vaga esa pandilla de ocho adolescentes liderada por Jonny. Ladronzuelos de poca monta que duermen a la intemperie tras haber escapado de hogares con problemas y reformatorios. En las calles, precisamente, se encuentra esa parte de los nutrientes de los que luego se alimentarían las Juventudes Hitlerianas y las SA. Muchos de aquellos jóvenes delinqüentes que se alimentaban de la ira y la crueldad acabaron alistándose en el ejército.
Aquellos hijos de la Primera Guerra Mundial protagonizan esta novela de supervivencia callejera, del día a día en los bajos fondos de ese Berlín gris, convulso, que no se sabe bien hacia donde camina. Entre la miseria, el hambre y la falta de valores hay al menos algún síntoma de humanidad en el valor que le dan los jóvenes a la unión del grupo y la camadería.
Curioso el código moral al igual que también es muy llamativo que, más de 80 años después, se describa una realidad que se asemeja de alguna forma a la actual. Aquella Alemania de los años 30 vivía en un estado de crisis con una enorme tasa de desempelo. Poco o nada parece haber cambiado.