Deseo, sexualidad y la cara más oscura del sexo
En 'Los favores', el atrevido debut literario de Lillian Fishman
El debut de Lillian Fishman en el mundo de los libros con Los favores (Reservoir Books) es de lo más provocador con su baño de sexo y sexualidad en una historia protagonizada por una treintañera neoyorquina que persigue su libertad sexual. Su propio deseo es el que va marcando sus líneas de actuación con el sexo como gran protagonista en la búsqueda de respuestas de Eve, esta chica joven y queer que una noche se pone a publicar fotos suyas desnuda en internet.
De esta forma conoce a Olivia y, posteriormente, a Nathan, para comenzar a mantener una relación entre lo adictiva y lo perturbadora. De alguna manera, este particular trío, nos trae recuerdos de Las manzanas de Eva, de Inmma Sust.
La narración nos animará a reflexionar sobre cuestiones como los límites que seríamos capaces de atravesar para complacer nuestros deseos sexuales más ocultos. Y si seríamos capaces por cumplirlos, de rechazar todos aquellos prejuicios que hemos ido adquiriendo con el paso de los años.
Las contradicciones en las que vive Eve son constantes, moviéndose sobre la delgada línea que separa el miedo del placer. Con la moral soplándole cosas por detrás, el juego intelectual que plantea Los favores es sensual y estimulante.
A pesar de la revolución tecnológica, del avance de las redes sociales, el sexo sigue siendo un tema tabú en muchas situaciones. Las ideas reales sobre la sexualidad, a las que se enfrenta la autora con mucha seriedad, dan valor a este diálogo literario sobre la moralidad, el poder y el deseo.
Así comienza...
Tenía cientos de desnudos guardados en mi móvil, pero nunca se los había enviado a nadie. Las fotos en sí eran bastante corrientes: mi cuerpo sin rostro flotando en dormitorios y baños, en espejos. Cada vez que me hacía una, me enamoraba de ella por un instante. Allí de pie, desnuda y encorvada sobre la pequeña pantalla, me sentía abrumada por la necesidad de mostrarle a alguien esa nueva versión de mi cuerpo. Pero cada foto parecía más privada y absurda.