De Harry Quebert a Los Baltimore, sin comparaciones
Ser uno de los escritores de moda de los últimos tiempos tiene sus pros y sus contras. No necesitas carta de presentación para colarte en millones de estanterías de lectores que están deseosos de conocer tu nueva historia. Pero, en el otro lado de la balanza, también está el juego de las comparaciones. Y con lupa mirarán y juzgarán si tu nueva novela es mejor que la anterior. Difícil lo tienes cuando dejas el listón alto.
De todo esto podría hablarnos Joël Dicker, que salió por la puerta grande con su exitosa La verdad sobre el caso Harry Quebert y que busca repetir triunfo con El Libro de los Baltimore (Alfaguara) Pero, como decía, no suele ser tarea fácil luchar contra un libro anterior que ha tenido tan gran acogida. Y si encima repites personaje, como en el caso del escritor Marcus Goldman, pues doblemente complicada es la batalla contra las odiosas comparaciones que intentan medir la nueva novela frente al peso de la otra.
Contando con el mismo protagonista y también recuperando a personajes de la que se convirtió en novela del verano 2013, El Libro de los Baltimore camina argumentalmente por un sendero diferente a su antecesora. El relato, no obstante, sigue cargado de intensidad y de ese ágil punto narrativo con el que alimenta el joven Dicker a sus novelas.
En esta novela, el escritor suizo nos ofrece una historia de dramas familiares -con el Drama (suceso trágico ocurrido en 2004 que marca los acontecimientos) como un personaje más- que encuentran su sentido sanador en la literatura, en la narración de Marcus ocho años después.
"No se me va de la memoria esa risa suya tan tierna. Ni lo exigente que era. Ni el porte y la elegancia atemporal que le eran propios. En ninguna de las ceremonias, entregas de premios y citas importantes para las que he tenido que ponerme corbata, he dejado de acordarme, en el momento de hacer el nudo, del abuelo siempre hecho un pincel".
Como los dos libros se pueden leer de forma independiente, la crítica también hay que hacerla tomando esa premisa. Y no hay que buscar ninguna continuación. De lo que se trata es de lo que transmite cada historia, y en El Libro de los Baltimore, Dicker ha vuelto a conseguir un gran producto cargado de secretos y emociones.
De todo esto podría hablarnos Joël Dicker, que salió por la puerta grande con su exitosa La verdad sobre el caso Harry Quebert y que busca repetir triunfo con El Libro de los Baltimore (Alfaguara) Pero, como decía, no suele ser tarea fácil luchar contra un libro anterior que ha tenido tan gran acogida. Y si encima repites personaje, como en el caso del escritor Marcus Goldman, pues doblemente complicada es la batalla contra las odiosas comparaciones que intentan medir la nueva novela frente al peso de la otra.
Contando con el mismo protagonista y también recuperando a personajes de la que se convirtió en novela del verano 2013, El Libro de los Baltimore camina argumentalmente por un sendero diferente a su antecesora. El relato, no obstante, sigue cargado de intensidad y de ese ágil punto narrativo con el que alimenta el joven Dicker a sus novelas.
En esta novela, el escritor suizo nos ofrece una historia de dramas familiares -con el Drama (suceso trágico ocurrido en 2004 que marca los acontecimientos) como un personaje más- que encuentran su sentido sanador en la literatura, en la narración de Marcus ocho años después.
"No se me va de la memoria esa risa suya tan tierna. Ni lo exigente que era. Ni el porte y la elegancia atemporal que le eran propios. En ninguna de las ceremonias, entregas de premios y citas importantes para las que he tenido que ponerme corbata, he dejado de acordarme, en el momento de hacer el nudo, del abuelo siempre hecho un pincel".
Como los dos libros se pueden leer de forma independiente, la crítica también hay que hacerla tomando esa premisa. Y no hay que buscar ninguna continuación. De lo que se trata es de lo que transmite cada historia, y en El Libro de los Baltimore, Dicker ha vuelto a conseguir un gran producto cargado de secretos y emociones.