Cosmopolita e intenso paseo por Asia y el tiempo
Aunque contiene numerosos registros del pasado, no es una novela histórica. Aunque recorre un buen número de escenarios, no se trata de un libro de viajes. Y aunque tiene una carga amorosa importante tampoco podemos hablar de un relato romántico.
Las ruinas (Ediciones Alfar), la primera novela de Rafael Reyes-Ruiz, es una fusión de todo lo expuesto. Un cóctel bien elaborado que reflexiona sobre la memoria histórica, nos invita a valorar los comportamientos humanos y nos ofrece un paseo de lo más enriquecedor por diferentes rincones de Asia.
Los primeros capítulos ya nos ofrecen una visión del carácter cosmopolita de la obra, de la riqueza cultural de la misma y del perfil literario de un autor que logra mantener durante todo el relato una línea que facilita la lectura.
Reyes-Ruiz consigue utilizar las piezas justas para construir una novela intensa en cuanto a contenido de la trama pero nada pesada en su ejecución. Y esto es algo que agradece enormemente el lector ya que no hace falta ser historiador o antropólogo para llevar el hilo de la narración.
Tomás Rodríguez, un profesor de historia japonesa en Tokio, es el protagonista de Las ruinas. Un aventurero en toda regla. De otra forma no se puede explicar la búsqueda que emprende para tratar de curar las heridas sentimentales y sociales del pasado, las cicatrices que se abrieron en los tiempos de la expansión europea.
Estructurada en capítulos breves, Las ruinas camina por cuatro continentes y varios siglos con una narrativa muy cuidada, alimentada por diálogos ágiles y precisos detalles. Emocionante y reflexiva, amena y enriquecedora.