Buenos Aires, la ciudad del café con letras
Un recorrido fascinante por los históricos cafés porteños que, durante décadas, han servido de refugio literario a lectores y escritores
Ya lo dice el tango: Mi Buenos Aires querido / cuando yo te vuelva a ver / no habrá más pena ni olvido... De Buenos Aires, en realidad, se dicen muchas cosas. Por ejemplo, se dice que, por su afán cultural, esta ciudad es el París de América. Es cierto. De hecho, no hace falta más que echarse a caminar un instante por la avenida Corrientes –la de las librerías, la de los teatros– para comprender lo importante que son las letras en la ciudad del tango. No en vano, su centro histórico, vertebrado por la famosa avenida de Mayo, es un hervidero sin par de librerías de viejo y cafés literarios.
Las fachadas emblemáticas, el malva de los jacarandás adornando las ventanas en primavera, las viejas mesas de madera, el murmullo melódico de la gente y de las tazas, los periódicos de papel esperando al siguiente cliente, el sonido de las páginas que pasa una chica sentada al fondo y los libros que reposan sin dueño en alguna estantería cercana son solo algunos de los fotogramas que, sin esfuerzo, atesora la memoria de aquel que ha tenido el enorme privilegio de refugiarse en alguna de estas cafeterías mágicas. A continuación, damos un paseo por las más míticas.
El Ateneo Grand Splendid
El Ateneo Grand Splendid
Ubicado en la avenida Santa Fe, entre Callao y Riobamba, este antiguo e impresionante teatro convertido en librería es una de las grandes joyas literarias de la ciudad. En su interior aúna todo lo que un lector apasionado puede anhelar: una arquitectura memorable, buen café y una colección de libros deslumbrante. La visita merece la pena aunque solo se por contemplar, desde uno de los palcos, la hermosa pintura al óleo de su cúpula o por tomarse un delicioso submarino en su cafetería, situada en el antiguo escenario del teatro.
El Café Tortoni
Fundado en 1858, este es el café-bar más antiguo de Buenos Aires. Se ubica en la emblemática avenida de Mayo –la primera que se trazó en la ciudad–, muy cerca del histórico Hotel Castelar, donde se alojó García Lorca durante su estancia en la capital. Famoso por sus espectáculos de tango y jazz, hasta él acuden turistas de todo el mundo con la ilusión de tomar un café en las mismas mesas donde se sentaron clientes de la talla de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar o Carlos Gardel.
Eterna Cadencia
Eterna Cadencia
Uno de los lugares imperdibles de Palermo para cualquier amante de las letras. Esta cafetería se esconde entre las paredes de una hermosa y vetusta casona porteña convertida en todo un paraíso literario. Su interior se halla poblado por largas estanterías repletas de libros y pequeñas mesas de madera ocupadas siempre por lectores voraces y escritores inspirados. Bajo el amparo idílico del aroma a café, suelen surgir animadas tertulias literarias e improvisados recitales poéticos.
Las Violetas
Ubicado en la avenida Rivadavia, en Almagro, este café fue construido a finales del siglo XIX con el primoroso afán de la elegancia, como bien atestiguan sus lámparas doradas, sus vitrales franceses, sus mármoles italianos y sus antiguos muebles traídos de París. Por si esto suena a poco, el edificio, además, fue declarado “Lugar histórico de la Ciudad” en 1998 y, en 2017, fue elegido por votación del público como el mejor café notable de Buenos Aires. Entre sus asiduas clientas, la poetisa argentina Alfonsina Storni, que era vecina del barrio. Sus salones también eran frecuentados por Roberto Arlt e Irineo Leguisamo, entre otras grandes figuras.
London City
Situado al lado de la mítica Plaza de Mayo, este café siempre ha sido refugio de poetas, artistas, políticos y periodistas que entraban y salían del vecino edificio del diario La Prensa. Uno de sus más ilustres concurrentes fue Julio Cortázar, quien usó una de sus mesas para escribir Los Premios (1960), cuya trama se ambienta en esta misma cafetería. En su elegante terraza de sillas de mimbre y mesitas de mármol, es posible disfrutar, junto a buen café, del ajetreo alegre de avenida de Mayo y de la peatonal calle Perú.