Una película en papel sobre las cosas que nos pasan
'El rincón de las cosas que faltan', una novela cargada de esa sencillez que hace grande los pequeños placeres
Entre discos de vinilo, cajas de todo tipo y un desorden ordenado, un pequeño pasillo nos conduce hacia El rincón de las cosas que faltan. Allí, donde difícilmente se pueda encontrar algo, donde es casi imposible calcular la cantidad de objetos acumulados, destaca claramente un libro, una novela sobre lo cotidiano, un relato cargado de esa sencillez que hace grande los pequeños placeres.
Todo y nada pasa de jueves a martes. La vida. Su esencia en un relato con mucho tacto narrativo. Los personajes están notablemente construidos. Pía es la protagonista, pero ni ella ni esta historia serían lo mismo sin esos actores secundarios que forman parte del reparto de esta película en papel sobre las cosas que nos pasan.
Eva Miró (imagen) es la autora de un libro con alma y sentimiento donde la realidad no tiene nada que ver con la apariencia, donde Diógenes al final no tiene papel principal y donde los pequeños secretos que guardamos en nuestro rincón interior irán siendo desvelados.
Pensamos que lo correcto es querernos tal y como somos, pero es que a veces no somos como deberíamos ser
'El rincón de las cosas que faltan'El narrador principal va situando las escenas como si de una representación teatral. Nos lleva directamente a la primera butaca para que veamos pasar la vida durante los días que dura una función en la que no falta el amor. Amor en mayúsculas, amor diferente, amor en distintas direcciones. Amor, amistad y soledad, mucha soledad.
Un hospital como escenario de algunos planos, la calle como testigo y dos casas que comparten casi protagonismo con los personajes. Una de ellas, la de la tía Julia, culpable de males familiares y relaciones personales. Otra, la de Pía, como respuesta extrema a esa enfermedad que perseguía a un Félix que se acabó marchando para no guardar el dolor de ser descubierto.
Los personajes que desfilan por esta novela también le quitan en ocasiones la voz al narrador para hacer suya la historia, para tener su momento, para contar los problemas de pareja, la falta de aire, los agobios de la convivencia o la pesadumbre de vivir preso de una condición sexual que no es la tuya. La vida, su esencia, guardada en un cajón, en un libro que nos sorprenderá por cómo unas historias de andar crecen en intensidad y hasta suspense para hacerse enormes y llegarnos profundamente.