Rescate Gris, un apasionante thriller psicológico de Cristian Perfumo
Una novela que nos llevará de viaje hasta la Patagonia argentina
Cristian Perfumo es un autor argentino que comenzó a darle vida a sus novelas en el mundo de la autopublicación. Poco a poco fue ganando lectores y popularidad gracias a su talento narrativo y al triunfo en el Cuarto Premio Literario Amazon (lee más aquí). Sus historias, ambientadas en la Patagonia argentina, son toda una experiencia para el lector. A la ambientación en ese rincón del mundo tan especial añade un suspense y una tensión tremenda a sus obras.
Rescate Gris (Suma de Letras) es su última novela, una obra que fue finalista del prestigioso premio Clarín de Novela 2018. 1991 es el año de partida de una historia que no comienza nada bien para Raúl, su protagonista. Nada más levantarse el 13 de agosto del referido año se da cuenta de que algo no va bien. Su mujer no está en casa y su pueblo ha amanecido cubierto por la ceniza de un volcán (en 1991 se produjo la erupción del volcán Hudson, una de las más violentas de la historia de la Patagonia).
Lo que parecía una marcha voluntaria acaba convirtiéndose en un secuestro y una petición de rescate un poco peculiar. Los secuestradores le piden a Raúl que devuelva el millón y medio de dólares que robo si quiere seguir viendo con vida a su mujer. En todo esto hay un problema: Raúl no ha robado nada. A partir de aquí, este thriller psicológico va creciendo en tensión y en emociones encontradas a un gran ritmo.
La novela va saltando, a cada capítulo, en el tiempo, pasando de 1991 a 2018. La ceniza, el gris, rodea a esta historia bien ambientada y que cuenta con una trama bastante interesante. El lector queda atrapado pronto en una lectura ágil que puede durarte, como mucho, tres tardes. Con capítulos cortos, que acaban en un punto alto de tensión y con un buen manejo del suspense, Perfumo firma un relato entretenido, con acento argentino, bastante realista y sin tener que abusar en exceso de los juegos de artificio literarios.
Así comienza: Rescate gris
El primero en avisarme de que algo no iba bien fue mi despertador a cuerda. No por el sonido, idéntico al de cualquier otra mañana, sino porque cuando estiré la mano para silenciarlo, me lo encontré cubierto de polvo. Parecía que nadie lo hubiera limpiado en años.
Al encender la pequeña lámpara junto a la cama, descubrí que una especie de niebla blanca flotaba en el aire.
Olía a azufre.
—Graciela, ¿Qué pasó? —dije.
Pero a mi lado el colchón estaba vacío. Rarísimo, porque Graciela terminaba de dar clases en la escuela para adultos a las once y media de la noche y difícilmente se iba al a cama antes de la una.