Puerta grande para el regreso de Luis Sepúlveda
El escritor chileno firma 'El fin de la historia', una fascinante novela policiaca que viaja de la Rusia de Trotsky al Chile de Pinochet
La visita de unos cosacos rusos a Chile con el fin de negociar la liberación de un exmilitar chileno es el punto de partida de El fin de la historia (Tusquets), un libro en el que Luis Sepúlveda recupera como protagonista a Belmonte, un personaje que llevaba más de dos décadas en la sombra literaria. Y Belmonte sale de su retiro, donde permanecía tras librar numerosas batallas -algunas junto a Salvador Allende-, reclamado por el servicio de inteligencia ruso.
Tenían un largo viaje por delante, a un país que, al parecer, era lo más cercano al fin del mundo.
'El fin de la historia'Esta novela policiaca recorre algunos momentos de la historia del siglo pasado y conecta con el Chile reciente para unir pasado y presente. Con un gran ritmo narrativo, el autor nos engancha, sin darnos cuenta, a la trama. Su enorme facilidad para relatar queda demostrada en un thriller que no se pierde en un mar de detalles. La estructura huye de cualquier complejidad y la historia avanza de manera ágil. Algo que siempre se agradece, al quedar separado el grano de la paja. "Para encontrar una aguja en un pajar primero hay que dar con el pajar y eso se hace con calma".
Los torturadores de la dictadura chilena quedan bien retratados, así como el estatus histórico de los cosacos. Muy especial es el personaje de Verónica, que representa a todas aquellas víctimas de la tiranía de Pinochet. Con unos saltos en el tiempo muy cuidados, el lector necesitará tomar aire para seguir el devenir de los acontecimientos. Por la puerta grande regresa Belmonte. Inmenso Sepúlveda.
Entre cosacos y nazis
"Al cosaco le había gustado esa mujer porque era una nazi auténtica, fanática, y una perversa exhibicionista que, después de torturar a alguna prisionera, salía del cuarto de interrogatorios con la respiración alterada por la excitación, se quitaba el uniforme de combate a tirones, y se tiraba desnuda en cualquier camastro para que su perro Volodia la fornicara a la vista de todos".
*Foto de Luis Sepúlveda obra de Daniel Mordzinksi