Los trucos de la bestia,
Intriga y misterio en un thriller de Lide Aguirre ambientado en San Sebastián
De la belleza de las ciudades a su lado más perturbador. Lugares maravillosos que pueden convertirse en auténticos infiernos. San Sebastián es la ciudad que guarda las luces y las tinieblas de Los trucos de la bestia (Berenice), un thriller que atrapará a los lectores desde las primeras páginas con una gran ambientación, una trama muy bien hilada y mucha intriga.
Lide Aguirre (en la imagen) es la autora de una historia que tiene como protagonista a Mikel, un fotógrafo de un periódico local que ve como su vida se agita tras cruzarse con antiguo vecino de la infancia, un artista muy popular en Donosti que guarda un secreto en el asiento trasero de su coche. Este descubrimiento lleva a Mikel a iniciar una investigación que sacudirá algunos capítulos de su infancia al descubrir que nada es lo que parece.
Una novela negra intensa que no podremos dejar de leer. Con personajes construidos de manera eficaz y un estilo ágil, la autora construye un sorprendente relato. Dos vecinos en apariencia normales hasta que uno dejó de serlo. ¿Sabría distinguir al mismísimo diablo en los ojos de una persona que parece de lo más normal del mundo?
Finalista del premio Planeta de 2018 con La sombra del cerezo —su primera novela—, Los trucos de la bestia es el primer libro publicado de Lide Aguirre. Y, a buen seguro, no será el último teniendo en cuenta su talento narrativo. Por cierto, que la novela nace de una extraña invitación que recibió por parte de un joven que la invitó a visitar una exposición de pintura en la casa de su abuela.
Dedicada al monstruo de mirada amable que buscaba víctimas aquella tarde de octubre de hace dos años en San Sebastián. Su invitación a conocer su guarida fue el germen de esta novela
Lide AguirreAsí comienza...
Estoy convencido al ciento cincuenta por cien de que es mi vecino quien lo tiene secuestrado. Me da igual su aspecto de ángel redentor y que sea el niño bonito de un barrio atestado de momias que ya solo quieren creer y se rinden a sus maneras de oveja encarrilada, a su voz llena de graves que ahora suena a terciopelo de salón pero que hace nada barría los silencios de los locales más miserables de la ciudad: él sabe dónde está el chico por el que todo el mundo llora. Él tiene a Pablo Martiarena.
Lo supe ayer, al anochecer. Volvía a casa entre calles brillantes por la lluvia, dejando atrás los pasos apresurados de quienes corrían a resguardarse bajo los soportales y sintiéndome algo mejor que los días anteriores, seguramente porque la oscuridad del nuevo invierno parecía darme un refugio y el cuello del abrigo me devolvía el calor de mi respiración. Y entonces lo vi.