La primera novela negra de Carlos Zanón
'Tarde, mal y nunca' cumple diez años desde su primera edición
Siempre es buen momento para leer a Carlos Zanón y aprovechando la nueva edición de Salamandra de su primera novela negra nos hemos acercado a Tarde, mal y nunca. De fondo una dura historia y mucha violencia. Un relato con tono gris, melancólico, nostálgico, de infancias perdidas y de gente que tiene la sensación de perder mucho en la vida.
Barcelona -como en novelas que hemos reseñado recientemente como Redención o No cerramos en agosto- es el escenario por el que camina una historia que cuenta con unos personajes muy bien perfilados.
El autor (en la imagen) de obras como Taxi o Yo fui Johnny Thunders. ofrece al lector un relato intenso que está de celebración al cumplir una década desde su primera edición. El barrio, las compañías, las drogas y un triángulo amoroso que acaba manchado de sangre forman con un asesinato forman parte de este noir.
Los golpes no dan donde quieres. Tus fuerzas no son las que crees. Duele recibir pero también duele dar. Pero lo terrible es la certeza del todo o nada. No hay segundas oportunidades
Tarde, mal y nuncaLa novela atraviesa las sombras de la cruda realidad que golpea a muchos de esos barrios olvidados donde las miserias se lavan entre la frontera del bien y del mal. Zanón retrata perfectamente esa sociedad golpeada por la crisis económica y por la ausencia de valores. Con un estilo narrativo directo, sin dar grandes rodeos, el autor firma una notable critica social.
Así comienza...
"Desde el televisor cuentan que, en aquellos tiempos, había quien se ganaba así la vida. Leyendo el porvenir en los ríos, en estanques y espejos. Salva, el dueño del bar, oye sin escuchar todo eso. Atiza contra el plasma el mando a distancia, como si se tratara de una varita mágica a la que, inexplicablemente, le están fallando los poderes. A su espalda, en la barra y agarrado a un coñac, está Tanveer Hussein. Ha llegado hace un rato con Epi después de una noche muy complicada. Sin embargo, parece haberlo olvidado ye está de buen humor. Mira socarrón los intentos de Salva de utilizar la tarjeta pirateada. Le pregunta si necesita ayuda. Supuestamente, hubo un día en que él instaló parabólicas. Salva no contesta. Se levanta las gafas. Las apoya sobre la frente. Acerca el mando a los ojos porque ya de buena mañana ha empezado a dudar de todo. Hay teclas amarillas, rojas, verdes. Todas iguales, todas absurdas".