La madre de la perra, patriotismo y supervivencia en la Grecia de la posguerra
Un clásico contemporáneo escrito por Pavlos Mátesis. Una historia brillante de las que dejan huella
Los habitantes de un pueblo griego luchan por la supervivencia. Nos encontramos en la Segunda Guerra Mundial, escenario de numerosas obras, pero no todas cuentan con la notable literatura de La madre de la perra, la novela que escribiese Pavlos Mátesis en el año 1990 y que la editorial Xordica ha rescatado para una edición que cuenta con la traducción del griego de Cristina Serna.
Raraú, una mujer insignificante, de las invisibles, se convierte en el personaje principal de esta historia, de la suya, la que cuenta a un lector al que hace cómplice y busca para refugiarse en su compañía. Una mujer que se ríe de sí misma para tratar el hambre y las miserias. Luchadora y defensora de su madre, negada a enfrentarse a las humillaciones sufridas por ella y su pueblo, su patria.
Se lo llevaron al cementerio, yo no tomé parte en aquello porque en aquel preciso momento llegó el camión para llevarse a mi madre
La madre de la perraUna protagonista que forma parte de esas pequeñas cosas, de esas vidas anónimas, que son el todo. Patriotismo y supervivencia se dan la mano al tiempo que se miran de frente. La convulsa posguerra en Grecia también compone el escenario sobre el que transita esta novela. A veces divertido, en otras ocasiones entrañable y también sobrecogedor, Mátesis firma una obra ingeniosa, con un humor peculiar y una crítica a la mentalidad helena.
Así comienza...
Mi nombre de pila es Rubí, pero me bauticé como Raraú, sin más, cuando me metí en el teatro, y con este nombre he llegado hasta donde he llegado; en mi cartilla de la Seguridad Social he añadido: «Señorita Raráu, cómica de la lengua», y ese es el nombre que pondrán en mi epitafio. Lo de rubí lo he tachado. Borrado del todo. Por no hablar ya del apellido. Mescaris.
Nací en Villabrava, que también es capital, aunque solo lo sea de una provincia. Me fui de allí a los quince años, con mi madre y dos mendrugos de pan, varios meses después de que a ella la humillaran públicamente, mientras la gente estaba celebrando aún la llamada Liberación.