La luz que tienes que leer
En las noches más oscuras, en los días más apagados, es cuando más brilla el alma de las personas y de historias como la que se recoge en La luz que no puedes ver (Suma de Letras), una emotiva novela que aunque no está centrada en exclusiva en el Holocausto nazi, sí que tiene como escenario de fondo la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
Y ese hecho histórico es el que ambienta el relato de un Anthony Doerr que logra contruir dos de esos personajes que llegan muy profundo. Marie-Laure es una adolescente, ciega desde su niñez, que vive en París junto a su padre. Y en Alemania se encuentra Werner, un joven que es reclutado por los nazis para ocupar un cargo especial.
Los dos protagonistas irán recorriendo por separado un relato unido por la radio -un personaje más- hasta que las consecuencias de la guerra y la casualidad propician el encuentro en Saint-Malo. Entre las bombas, con el lado más salvaje del ser humano haciendo de las suyas, y cuando el mundo parece que se desmorona siempre hay un pequeño lugar para esas pequeñas cosas que forman las grandes historias.
Y es entonces cuando se enciende esa luz que no hace falta ver con los ojos. Y se descubre que el destino no tiene que estar marcado por las limitaciones físicas o por ser de un lado u otro. Aunque el autor no profundiza en el conflicto bélico, sí que ofrece algunos pasajes de gran dureza. Pero la violencia siempre es superada por el optimismo y por la capacidad de resistencia de los protagonistas.
La luz que no puedes ver es de esos libros que se leen solos. La breve extensión de los capítulos, unida a la capacidad narrativa de Doerr, ayuda a ello. Al principio puede costar un poco adaptarse a la estructura empleada, pero casi sin darse cuenta llegas a ese final que te gustaría alargar para mantener encendida la llama de esta novela.