Scout, aquella niña protagonista de Matar a un ruiseñor, está regresando -ya no tan joven- en tren a su pueblo. Así comienza la historia de Ve y pon un centinela (Harper Collins), una novela que tiene el inconveniente de la comparación con ese gran relato que encumbró en su día a Harper Lee.
Curiosamente, aunque haya llegado décadas después en el tiempo, este nuevo título fue escrito previamente por la autora de Alabama. Y, siguiendo con la paradoja, Ve y pon un centinela está ambientada 20 años más tarde que Matar a un ruiseñor.
Las comparaciones son odiosas, pero en este caso es inevitable poner ambas historias cara a cara. Matar a un ruiseñor es una novela magistral, tremendamente perfilada y que apodera al lector. Ve y pon un centinela fue la primera novela de Lee y eso siempre se nota, pero no deja de ser la llave de una obra maestra.
Este primer texto de Lee está, a diferencia de Matar a un ruiseñor, escrito en tercera persona. Esto hace que el lector no se adentre tanto en la hitoria. Además, los personajes parecen perder cierta empatía. Scout ya ha abandonado la infancia -la niñez siempre une más al lector- y su padre, Atticus Finch, ha pasado de ser un héroe que había defendido a un hombre negro que fue acusado de violación a convertirse en un racista nada tolerante.
Este giro llama mucho la atención, pero si las novelas se hubieran publicado en su orden de escritura estaríamos hablando precisamente de todo lo contrario, de la evolución y dulcificación del personaje. La autora primero retrató al señor Finch como un antihéroe para después otorgarle el papel contrario.
Lo que está claro es que esta novela perdida de Harper Lee es ya todo un fenómeno. Independientemente de la valoración personal de cada uno, el hecho de poder conocer más sobre los personajes de Matar a un ruiseñor es una auténtica delicia. El juego cronologico que se ofrece es increíble. Teníamos un relato y ahora, mucho después, nos llega lo que se escribió antes pero que está ambientado posteriormente.
La vuelta a Maycomb no era lo esperado. Tal vez esta novela tampoco. Pero, dentro de lo díficil que era superar a Matar a un ruiseñor, la novela tiene trazos muy significativos y destacables. E insisto en que de haberse publicado en orden, Ve y pon un centinela hubiera tenido una valoración mucho mayor por la critica. Los flashbacks a la infancia de Scout y esa ironía con la que se maneja Lee tienen su encanto.
Y un consejo para finalizar. Si todavía no has leído ninguna de las dos novelas, comienza por la última en publicarse y a buen seguro que la opinión cambiará. Personalmente, cuando pase unos meses quiero realizar ese nuevo viaje por las páginas de estos dos únicos libros de Harper Lee.