La finca: poderes del Estado, medios de comunicación y Casa Real
Aurora García Mateache es la autora de una novela de suspense, ambiciones y periodismo
Todavía quedan periodistas que buscan la verdad. Al menos en las novelas... Claudia Abril es una joven periodista que se ve envuelta en una inquietante trama de la que es partícipe hasta los poderes del Estado. Ella es la protagonista de La finca (La Esfera de los Libros), una novela ambientada en su mayor parte en, como no podía ser de otra forma, una finca (Amalur) ubicada en Extremadura.
Aurora García Mateache (en la imagen) es la autora de un juego de poderes, traiciones y ambicione que retrata al sistema político español y pone de manifiesto el papel que tienen los medios de comunicación. Una narración fresca, marcada por el suspense, donde los elementos de la actualidad están muy presentas, con referencias a hechos ocurridos en los últimos tiempos como el conflicto catalán o el problema que existe con la okupación.
Claudia, además de protagonista, también es la narradora principal de la historia. Tras ser designada corresponsal de la Casa del Rey —la autora, por cierto, también ha trabajado para La Razón como corresponsal de la Casa Real y ha cubierto momentos históricos como la abdicación de Juan Carlos I y la proclamación como rey de Felipe V—, nos relatará algunos de los encuentros y situaciones vividas por el Jefe del Estado y la Familia Real. Un mundo nuevo para ella, al que tendrá que adaptarse rápidamente, cambiando su rol inicial para sobrevivir en esta trama oscura.
La novela arranca con una muerte sin resolver. El suspense estará presente a lo largo de toda la historia, pero también nos encontraremos con humor y amor, drama y tragedia. La finca nos acercará al mundo periodístico y nos hará reflexionar en bastantes ocasiones sobre esos poderes fácticos que mueve tantos hilos en nuestra sociedad. Y, aunque ficción, la realidad también está muy presente.
Era obvio que hablaba del rey y del AVE Medina-La Meca, construcción por la que pujaban varios países, entre ellos, y más ferozmente, Francia y España
La fincaAsí comienza...
Comenzaron a salir los primeros rayos de sol. Nada se detenía, todo seguía, solo sus latidos se habían quedado atrás. las tinieblas se quedaban atrás. alargué la mano y poco a poco la cerré en un puño para intentar atrapar aquella salida que me llegaba desde el cielo.
- La Guardia Civll está a punto de llegar.
Conocía perfectamente esa voz que me condenó una tarde de frío enero. Conocía perfectamente esa voz que a cualquier mujer entrada en la treintena le llamaba respetuosamente señora antes de saber su estado civil, menos a mí.
- Veo que no has perdido el tiempo —respondí con frialdad. Se trataba de su vida o la mía .Y ahora, los dedos quietos que se atisbaban entre las patas de la mesa del billar y la puerta habían terminado con su poder.