Guayacanal, un homenaje a Colombia en el libro más personal de William Ospina
Un recorrido por la historia del país cafetalero desde finales del siglo XIX hasta nuestros días
Un viaje para recuperar el pasado. El reencuentro con los bisabuelos. Una familia y un país. La memoria familiar y colectiva en un libro que homenaje a Colombia y a su gente, a aquellos que derramaron sudor mientras que otros festejaban el rastro de la sangre.
Este viaje en el tiempo se prolonga desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. Ficción y realidad se abrazan en este recorrido por la historia de Colombia, con pasajes marcados por esos momentos sangrientos que han dejado tantas cicatrices en el país sudamericano.
La violencia fue llegando de un modo imperceptible, y todas esas gentes que terminaron odiándose o temiéndose al comienzo eran vecinos o amigos
GuayacanalWilliam Ospina (en la imagen) firma en Guayacanal (Literatura Random House) su libro más personal, un retrato de su familia y también una radiografía de su país. Entre paisajes maravillosos se respira el aroma a café de ese oro que descubrieron aquellos colonos que buscaban tesoros indígenas. Hubo tiempo para la paz, 70 años, pero demasiado para la guerra. De la Conquista española al colonialismo antioqueño sin olvidarse de la Guerra de los Mil Días o la lucha entre liberales y conservadores.
Que nadie piense que la vida en las montañas era tediosa y rústica: era una prueba mágica en escenarios sublimes, de los peñascos volcánicos a los torrentes espumosos, desde los vientres ensangrentados hasta los ataúdes de madera balsámica, bajo columnas vivas sobre las que flotaba otro palacio casi imposible de imaginar
GuayacanalEl proceso de colonización de la llamada Zona Cafetera huyendo de una mirada histórica y acercándose a las vivencias y recuerdos de la gente forman este puzle que nos llevará a la reflexión y que dejará una huella importante en el lector. Con cercanía, con una exquisita prosa poética, la Colombia más profunda revive de sus entrañas para volver a nacer desde Guayacanal, la finca de Papá Benito y Mamá Rafaela.