Falsa guerra, un retrato del exilio cubano
Carlos Manuel Álvarez firma una novela coral sobre el desencanto y la melancolía de una generación
Otro joven y prometedor autor cubano aterriza en Más Leer . Si recientemente nos acercábamos a las letras de Eliane Vilar Madruga , en esta ocasión nos adentramos en la literatura de Carlos Manuel Álvarez , autor de Falsa Guerra ( Sexto Piso ), una radiografía del exilio cubano de las últimas décadas.
París, Miami, Nueva York, Ciudad de México y Berlín son algunos de los escenarios de unas historias que nos traen melancolía, tristeza y reflexiones. Una novela coral que pone la mirada en los inmigrantes, exiliados y refugiados. ¿Hay alguna diferencia? Con unos personajes perfectamente perfilados y una narrativa talentosa que transmite el desencanto de una generación entre idas y venidas, salidas y regresos a La Habana.
Falsa guerra es la segunda novela de este autor cubano (en la imagen) nacido en Matanzas (1989). Los caídos (2018) fue su opera prima. En esta segunda publicación, Álvarez ficciona una realidad cubana donde el desarraigo y el drama del exilio tienen un peso importante. Entre esas aguas navegan los personajes de esta historia de pasos perdidos, de movimiento, de lugares, de pasado y de presente. Historias que emocionan y con las que no tardas en empatizar.
Una novela sin principio ni final, con voces cambiantes, con personajes que se cruzan, con el destino marcado por esa mirada interior que habla del lugar que somos. Un exilio emocional y miles de sensaciones habitan en esta novela sin una estructura fija que camina entre la realidad y los sueños.
Así comienza ...
El ruido de los aviones atravesaba el cielo interminable del Distrito Federal. No podía seguir en la ciudad. Me subí a uno de esos vuelos hasta la frontera. Entré por el sur y durante tres días recorrí en ómnibus Texas, Luisiana, Misisipi y parte de Alabama, antes de hundirme en el embudo de la Florida. Vi los cielos enfermos. Vi las calles y los puestos de comida rápida y las gasolineras profundas de América. Si miras el mapa, te vas desplazando de oeste a este por tierra continental y de repente caes en este hueco.
Mi amiga Elis me hospedó en su casa, un apartamento de dos cuartos en una isla al norte de Miami Beach. Me había esperado en Tampa, vinimos en su Toyota blanco. Era mi vecina de la infancia y ahí estábamos ambos encerrados en un auto, unidos por una vida anterior. Veinte años después ella había decidido serle fiel a eso.