El listo que todo lo sabe ataca de nuevo
Con 700 palabras y palabros para saber quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos
El listo que todo lo sabe está de regreso. Tras el éxito alcanzado en su blog Ya está el listo que todo lo sabe y en varias publicaciones, Alfred López ha vuelto con El listo que todo lo sabe ataca de nuevo (Larousse), un libro con 700 palabras y palabros que puede que nos suenen, que tal vez hayamos escuchado alguna vez, pero de las que quizá desconozcamos su orígen y verdadero significado.
Las palabras nacen, crecen, se reproducen y jamás mueren. Puede que desaparezcan durante un tiempo o dejen de ser utilizadas, pero jamás mueren
Alfred LópezUn libro de los que se pueden leer dando saltos, parando, volviendo, dejando en la mesilla de noche para complementar a la novela que tengamos entre manos... Una obra que está divivida en 69 "galaxias de palabras y palabros" que nos acercarán a su procedencia histórica. El libro cuenta con las ilustraciones de Clara-Tanit Arqué.
El autor confiesa en la presentación su pasión por las palabras y palabros. "Soy un enamorado. De las de reciente creación y de las que ya no recuerdan ni los más mayores del lugar. Me encanta buscar y rebuscar en el diccionario para encontrar vocablos que significan cosas cotidianas a las que llamamos de otra manera. Sorprenderme y emocionarme al leer viejos libros que contienen cultismos o arcaísmos que ayudan a enriquecer mi vocabulario".
Ir maqueado
Forma coloquial de indicar que alguien va bien arreglado en su forma de vestir y que nada tiene que ver, en su origen, con la costura. Proviene del término con el que se conocía cierta laca, el maque, que servía para barnizar y embellecer algunos utensilios, muebles e incluso joya con los que se les proporcionaba un reluciente acabado.
De los tiempos de Maricastaña
Hace referencia a un personaje que vivió en el siglo XIV en Galicia. Se trata de una tal María Castaña, quien encabezó una protesta contra el despotismo ejercido por el obispado de Lugo, en el año 1386. Fue tal su fama que sus andanzas fueron pasando de una generación a otra. Así fue como su nombre quedó asociado por siempre a algo muy lejano en el tiempo.
Quinqui
Es una forma de denominar a los delincuentes. El término se popularizó hacia finales de la década de 1970 y toda la de 1980 por el gran número de películas que se rodaron y cuya temática era la delincuencia juvenil. Pero el vocablo no surgió entonces, sino que es muy anterior y hacía referencia a aquellos que se dedicaban a vender quincalla (baratijas, piezas de escaso valor), comúnmente conocidos como quincalleros.