El latido de la tierra, la nueva novela de Luz Gabás
La autora de 'Palmeras en la nieve' regresa con una novela que camina entre los recuerdos y nostalgia de la España olvidada
La España vacía, la que ya apenas habita en la memoria, tan protagonista últimamente de tantos libros, también se convierte en una de las partes principales de El latido de la tierra (Planeta), la nueva novela de Luz Gabás. Un pueblo fantasma, una casa abandonada y una historia que cautiva desde sus primeras páginas. Un viaje al pasado para volver a empezar. La mirada a lo que fuimos desde la madurez del paso del tiempo. Del apego a la nostalgia a los pasos que dudan sobre el futuro.
Del ayer al hoy va viajando un relato bien estructurado que cuenta con unos personajes perfectamente construidos. Una vuelta al mundo rural para volver a conectar con esos capítulos existenciales que se escribieron décadas atrás. Siempre con el ánimo de recordar lo vivido y no de reescribir un nuevo pasado. Un libro que nos hará andar camino de nuestras raíces para volver a aquel pueblo que marcó nuestra infancia.
La autora de la exitosa Palmeras en la nieve da en esta novela vida a a Alira, una mujer que se debate entre sus orígenes o dar el paso junto a los nuevos tiempos que corren. Especial protagonismo cobra la casa, convertida en un personaje más entre los sentimientos encontrados y la intriga. Con sabor a recuerdos, con romanticismo y melancolía, entre una investigación policial se encuentra ese deseo de reencontrarse (nos) con el pasado.
Así comienza...
"Muy bien, comencemos. Otra vez esas palabras, pensó Alira. Al sospechar que la misma escena se iba a repetir, aunque ahora con una nueva persona, sintió ganas de vomitar. Y mordiscos de rabia en sus entrañas. Debía controlarla. El sentido común la advertía de que no era el momento adecuado para mostrar emociones emparentadas con el odio. Se concentró en realizar varias respiraciones profundas y en adoptar una actitud aparentemente razonable. La mujer sentada frente a ella deslizó la mirada por los papeles extendidos sobre la mesa de oficina de melamina blanca, eligió uno y lo alzó levemente por el extremo izquierdo mientras con un lapicero en su mano derecha señalaba lo que fuera que estuviera leyendo".