El hombre como superviviente del propio hombre
Un homenaje a la memoria, un culto al pasado, una prosa firme como testimonio del recuerdo. Una novela alimentada de la experiencia, del sufrimiento y del sentimiento de un Joaquim Amat-Piniella (Manresa, 1913-1974) que buscó un poco de luz entre el horror de los campos de concentración.
El autor de K.L. Reich, el libro que ha reeditado con gran acierto Libros del Asteroide, escribió este relato en 1946 cuando el mundo todavía no había digerido la barbarie. Por entonces no se había podido cuantificar con exactitud la magnitud del horror, pero Amat-Piniella logró transmitir a través de Francesc y Emili, los dos personajes principales de esta historia, ese sufrimiento de los republicanos españoles que pasaron por Mauthausen. King Kong, Werner, el camarada Rubio o el comandante Gupper también se encuentran entre los personajes de esta novela histórica.
Ejecuciones, torturas, olor a carne quemada, seres humanos como ratones de laboratorio... Criminales y asesinos que mataban por la fidelidad a la ideología nazi. K.L. -Konzentracions Lager- Reich es una crónica del infierno y un diario de la inhumanidad, pero también es a su vez un retrato con pinceladas de esperanza y solidaridad. A lo largo del libro hay escenas muy emotivas protagonizadas por los sufridos prisioneros.
La fuerza del relato es tal que casi 70 años después de su escritura, su lectura conmociona y golpea los sentidos. "Las víctimas eran ofrendadas al dios de la guerra, para obtener su favor para las tropas escogidas. Los asistentes, las futuras víctimas cuando ese dios exigiese nuevos sacrificios, presenciaban la inmolación en un silencio vacío y desesperado... Los propios condenados tuvieron que situar la escalerilla metálica bajo una de las cuerdas. El primero que debía morir subió los escalones y se colocó en la plataforma. Uno de los compañeros le puso el lazo alrededor del cuello. Descendió para disparar el resorte por el que se hundía la plataforma. El campo entero se estremeció. El cuerpo se debatió unos instantes en el vacío. Poco después se movía como el péndulo de un reloj terminando su cuerda".
La vida en los campos de concentración, con el papel que representaban los comandantes y kapos de las SS, queda detallada entre las numerosas vivencias narradas. Amat-Piniella combina con gran criterio el terror con la puerta a la supervivencia que logra abrir Emili, que logra mantenerse con vida en el campo de concentración dibujando láminas pornográficas para los soldados nazis. El hombre como elemento que sobrevive al propio hombre.