Amigos, poesía y Joaquín Sabina
Lorca, Machado, Alberti, Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes y Almudena Grandes pasean por las páginas de 'Joaquín Sabina y el club de Rota'
De Lorca a Jorge Manrique pasando por Luis García Montero, Machado, Alberti, Fray Luis de León, Marcel Proust, José Hierro, James Joyce o Herbert Marcuse. Y sin olvidarnos de Benjamín Prado, Almudena Grandes, Felipe Benítez Reyes, Ángel González o José Manuel Caballero Bonald. De poemas a autores. De letras a música. De Joaquín a Sabina. De la poesía a la amistad.
"Comencemos por afirmar que el Joaquín Sabina que conquista plazas de toros y estadios de fútbol armado con las más bellas canciones escritas en el idioma de Quevedo, sueña con ganar pulsos a García Lorca y a César Vallejo juntando palabras que prescindan del adorno de cualquier nota musical". Este fragmento forma parte del inicio de Joaquín Sabina y el club de Rota (Renacimiento), un libro de Francisco Sierra Ballesteros que nos acerca a las amistades, a las canciones y a la vida del gran compositor y poeta de Úbeda.
Ni Sabina era Ulises ni España Ítaca pero, por fin, en 1977, el regreso fue posible gracias a la bendita muerte del ridículo dictador de voz pitufesca
Joaquín Sabina y el club de RotaComposiciones musicales, literatura y grandes ratos entre amigos al calor del verano de una localidad gaditana como Rota pasean por este libro de versos y canciones, de sueños y utopías, de risas y novelas de la vida. Con sabor a whisky y entre nubes de tabaco y sonetos que salvan vidas camina esta obra de pasado y presente, de ayer y mañana. Poemarios al sol de la noche compuestos por trovadores que conquistan universos. Entre risas y sueños siempre hay un rincón para la canción más hermosa del mundo.
El mismo Sabina sueña con ser tan viejo que sus ganas de subirse a un escenario pasen a mejor vida, para así tener el tiempo que necesita para afrontar su gran objetivo: escribir, encerrado en su cuartel de verano, una loca autobiografía
Joaquín Sabina y el club de RotaJoaquín Sabina y el club de Rota
"...Joaquín se vio obligado a emprender la huida a fin de no caer preso. Con tan solo unas pocas asignaturas pendientes para concluir sus estudios universitarios, un tal Mariano Zugasti, al que no conocía de nada, le cedió su pasaporte tras hablar con él durante un rato. Este acto de absoluta bondad y solidaridad no sería o olvidado por nuestro protagonista: muchos años después en una canción bautizada como Me pido primer, perteneciente al disco Dímelo en la calle (2002), se podía escuchar el siguiente verso: Mi primer pasaporte se llamaba Mariano".