Nunca fuimos héroes, un thriller que recorre la historia del terrorismo de ETA
Fernando Benzo es el autor de una novela policiaca que no se olvida de la historia
Nunca fuimos héroes (Planeta) es una novela que, entre lo policiaco y lo histórico, retrata los años en los que la banda terrorista ETA -su nombre, por cierto, no aparece en ningún momento a lo largo del libro- se encargaba de manchar de sangre España. Una mirada, desde el punto de vista de los policías que se encargaron de luchar contra los asesinos, que nos emocionará al recordar situaciones que sacudieron las emociones de un país.
Fernando Benzo (en la imagen) es el autor de un thriller con una trama que enganchará al lector desde el primer momento. Contado de una forma muy amena, sin cargar las tintas en el dramatismo, sin apoderarse del tema para construir el relato y con un ritmo trepidante. La historia de Gabo y Harri nos atrapará junto a unos personajes secundarios muy bien definidos.
El relato combina lo real con lo ficticio con la habilidad de que, en muchas ocasiones, no logremos identificar lo uno de lo otro. Gabo es un comisario retirado que vuelve a la escena para averiguar los motivos por los que Harri, un terrorista que lleva 20 años en Colombia, ha regresado. Una novela necesaria para no olvidar el pasado, para que no se evapore tan fácil un capítulo tan negro de la historia de España. Un libro para conocer la manera de actuar de los sanguinarios terroristas y para sentir todo lo sufrido por aquellos que lucharon contra la sinrazón y la falta de humanidad de aquella banda de asesinos.
Siempre que he escrito sobre terrorismo lo he hecho teniendo presente en mi pensamiento y en mi corazón a sus víctimas. Ojalá esta novela sirva también para reivindicar su memoria
Fernando BenzoAsí comienza...
"Era una pena. Después de casi treinta años siendo policía. Y, además, dedicándose a lo que se había dedicado. Nadie le creía las raras veces que lo decía. Pero era la pura verdad: en todos esos años, no había disparado nunca su arma ni había dado un solo puñetazo. Cuando mencionaba aquello, el que lo oía mostraba invariablemente un mal disimulado gesto de decepción. Preferían imaginarle a tiro limpio o dando una buena paliza a alguien. Pero esa era la realidad. Nunca. Y eso hacía aún más absurdo que aquella noche fuese a romper semejante récord. Y, encima, ahora que ya ni siquiera era poli. Todo por aquellos dos imbéciles, un par de inofensivos borrachuzos. No se merecían semejante honor, pensaba Gabo, intentando tomarse con humor la situación. Pero se lo estaban ganando a pulso y, además, se dijo, quizá él se estaba haciendo mayor y ya se sabe que los años achican la paciencia y agrian el carácter".