La maldición de la Lanza Sagrada
Laura Falcó da vida a una novela para amantes de los libros sobre objetos sagrados e historias ambientadas en la Segunda Guerra Mundial
La lanza de Longinos, aquella que atravesó el cuerpo de Jesucristo en la cruz, es protagonista de una novela que combina historia y ficción. Laura Falcó es la autora de La maldición de la Lanza Sagrada (La Esfera de los Libros).
La autora, en la imagen, combina personajes históricos reales con otros nacidos de su imaginación. Con un relato bien documentado en esa parte de la historia que habla sobre el recorrido y el paradero de la lanza, objeto sagrado que fue una auténtica obsesión para Hitler.
El entramado y los movimientos del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán también quedan recogidos de manera fiel a los hechos. Ambientada en el Berlín de la Segunda Guerra Mundial, la novela parte de la comunicación del más allá que recibe una médium inglesa.
El que posea la lanza de Longinos será el amo del mundo, quien la pierda hallará la muerte".
La maldición de la Lanza SagradaUn mensaje que lleva a la hija de la médium a viajar hasta Alemania en busca de la lanza sagrada. Suspense, intriga y amor son ingredientes de una trama bien estructurada, donde las piezas van encajando de manera correcta para rematar con un notable final.
Una novela ideal para lectores a los que les apasionen las historias sobre nazis o para aquellos que disfrutan con lecturas relacionadas con el poder y las leyendas de los objetos sagrados.
Así comienza...
Como cada sábado por la noche desde que nos vinimos a vivir a Porstmouth, cerramos las viejas persianas de madera y apagamos las luces del salón dejando únicamente un par de velones rojos encendidos al lado de aquella especie de confesionario de madera con tupidas cortinas negras que papá había fabricado para que mamá estuviese cómoda durante sus contactos. La sala, que no tenía más de sesenta y cinco pies cuadrados, terminaba siempre por llenarse. El rojo de las velas que poníamos a cada lado del salón daba a la estancia un aire inquietante que ayudaba a crear la atmósfera correcta. Todo estaba perfectamente medido. Las veinte sillas se colocaban alineadas en cinco filas, justo enfrente de mamá, para que los clientes pudiesen ver todo lo que ocurría sin perder detalle.