Ana Schein: "Las mujeres migrantes dejan mucho, pero también ganan"
Abogada y escritora, "mujer que ha emigrado dos veces”, ha hecho de la literatura su territorio de exploración y enseñanza. También es editora y profesora de escritura creativa

Ana Schein, abogada y escritora, “mujer que ha emigrado dos veces”, ha hecho de la literatura su territorio de exploración y enseñanza. También es editora y profesora de escritura creativa, una trayectoria marcada por la construcción de espacios de formación y difusión literaria. Fundadora de la Escuela de Escritura A2Vuelapluma y de la revista literaria Trazos, ha impulsado la publicación de más de ciento cincuenta autores de habla hispana, consolidando un puente entre escritores emergentes y el ámbito editorial.
Su obra narrativa ha sido reconocida en diversos certámenes, con cuentos premiados en concursos como El circo de la vida en tiempo de cuentos (2019), 33 Relatos Hispanos (2020) y el Concurso de Cuento Digital Fundación Itaú (2022). Además, ha formado parte de antologías literarias de referencia, como Con la urgencia del instante (2023) y Ni locas ni solas (2023).
En 2023, irrumpió en la novela con Amira. Historias de mujeres, la primera de una serie de cinco libros que abordan las complejidades de la mujer en el mundo contemporáneo, una historia que cruza continentes y generaciones. Lo que comenzó como la imagen de tres mujeres extranjeras en un café se transformó en una serie de novelas que siguen los caminos de personajes que buscan reconstruirse lejos de su tierra natal. Con un enfoque detallado en la investigación histórica y una sensibilidad particular hacia las experiencias de quienes dejan atrás su hogar, la autora teje una trama donde el desarraigo, la identidad y la lucha por encontrar un lugar en el mundo son temas fundamentales.
Amira surgió una noche en que estaba desvelada. Las primeras imágenes llegaron como tres mujeres extranjeras conversando en una mesa de café.
Ana Schein¿Cómo surgió la idea inicial de la novela y cuánto cambió desde la primera versión hasta la final?
Amira surgió una noche en que estaba desvelada. Las primeras imágenes llegaron como tres mujeres extranjeras conversando en una mesa de café. La novela cambió muchísimo, ya que de esa imagen surgieron tres novelas: tres mujeres que provienen de distintos países: El Líbano, India y República Checa. Todas emigran a Estados Unidos. Las primeras versiones fueron en inglés, ya que las imaginaba —y escuchaba— hablando en ese idioma.
¿Hubo alguna escena o personaje que se te resistiera más al escribir?
Jamal, el noviecito de Amira. Su primer amor. Mucho más no puedo contar para no desvelar la historia. Asumo que él quería otro final.
¿Cómo investigaste la vida en Beirut y las experiencias migratorias de mujeres libanesas?
Me documenté mucho. Hoy en día podemos acceder a infinidad de material a través de internet. La mayoría fueron artículos de periódico, muchos de ellos en inglés. Por otro lado, Miami, la ciudad donde resido, es un lugar muy cosmopolita. Cuando mis hijos eran pequeños, yo pasaba mucho tiempo con otras mamás del colegio, haciendo trabajo de voluntariado, en reuniones sociales, con mujeres provenientes de todas partes del mundo, inmigrantes como yo. Entre ellas, había varias libanesas. Me acostumbré a apreciar su comida y sus costumbres. Son muy generosas a la hora de abrir las puertas de su casa.
¿Eres una escritora que planifica todo o dejas que la historia te sorprenda?
Diría que un cincuenta y cincuenta. Pienso mucho la trama, las conexiones. En especial porque Amira es la primera novela de una serie, y en otras novelas aparecen personajes que ya hemos visto. A Rayzel, la hermana de Amira, por ejemplo, la veremos con un rol importante en otra novela. Entonces esas conexiones las agendo con sumo cuidado.
Amira es una novela de ciudades y migraciones. ¿Qué te interesaba explorar al cruzar estas historias con el exilio?
Yo nací en Uruguay, un país formado por inmigrantes. Mis abuelos vinieron desde Polonia y de Rusia, por un lado; de España e Italia, por el otro. Desde siempre la gente ha emigrado. Algunos lo hacen por elección propia, otros porque no hay más remedio. Quería mostrar cuán difíciles son los comienzos, todo lo que se deja en el camino; también todo lo que se gana.
A veces, en la literatura, los hermanos actúan como espejos donde cada uno de ellos se ve reflejado para entender cosas de su propia personalidad; cosas que pueden ser positivas o negativas
Ana ScheinLa relación entre Amira y Rayzel está llena de contrastes. ¿Cómo construiste la dinámica entre estas dos hermanas?
La verdad es que para construir un personaje los escritores nos formamos mucho más allá de lo que es la técnica narrativa. Estudiamos Filosofía, Psicología, en fin, materias que nos ayuden a comprender al ser humano. Y las historias de celos, amor/odio entre hermanos forman parte de la literatura universal, sin duda, pues reflejan muchas veces la realidad en las dinámicas familiares. A veces, en la literatura, los hermanos actúan como espejos donde cada uno de ellos se ve reflejado para entender cosas de su propia personalidad; cosas que pueden ser positivas o negativas.
En la novela, las cartas juegan un papel fundamental. ¿Qué te atrae de este recurso narrativo en la era digital?
Desde luego que, en esa época, en los años 90 no tenían las herramientas tecnológicas que tenemos hoy en día. Yo soy de esa época. Y nosotros escribíamos muchas cartas. En una carta uno de cierta forma desnuda el alma. Quiere que quien la reciba pueda sentirse acompañado, que interprete las comas y los silencios en la narración. Estas mujeres, las protagonistas de la novela, se muestran tal cual son en el momento de tomar un lápiz y un papel.
¿Cómo abordaste la representación del Líbano en los años 80 y la complejidad de su historia?
Leí mucho. Muchísimo. Siempre me gustó la política. Hay documentación de la ONU, informes anuales, públicos, que me nutrieron mucho a la hora de entender la tan compleja realidad que se vivió durante esos años. También quise, de cierta forma, rendir un homenaje a mujeres como Daima, la madre de Amira. Una señora que se encarga de cuidar a su familia. Que tiene una vida feliz, cocinando, cuidando de sus niñas y de su marido. Hasta que llega una organización terrorista a su país y le destrozan la vida.
La migración femenina es un eje central en tu obra. ¿Qué desafíos enfrentan las mujeres migrantes que querías reflejar en Amira?
Más allá del dolor de dejar lo propio, quería mostrar el gran esfuerzo que uno hace para encajar en una nueva sociedad. Y como, para muchas mujeres, el nexo que termina de unirlas a la nueva tierra es dar a luz un hijo en ese lugar. No siempre es así, desde luego, pero de cierta forma uno adopta al país que les da la nacionalidad a sus hijos. Y también me parece muy interesante, y lo verán reflejado en otras novelas de la serie, la situación de esos hijos: se sienten americanos, son americanos por nacimiento, pero se crían en un hogar con costumbres propias del lugar de origen de sus padres. Hablan el idioma de sus ancestros en casa, y aprenden inglés en el colegio. No a todos los niños les gusta ser hijos de extranjeros.
En varias entrevistas mencionas que escribes sobre mujeres con historias diversas. ¿Qué te interesa reivindicar en tus personajes?
Me gustaría que quienes persiguen, denigran o se burlan de otros porque su acento no es correcto, porque cometen errores al hablar o porque la piel es de distinto color, comprendieran todo lo que han pasado esas mujeres para llegar a ese lugar. Y que entendieran que la mayoría de las veces se emigra con la mejor intención: para contribuir al nuevo país, para darle hijos, aprender las reglas y acatarlas. Por eso muestro estos personajes. La ficción es un medio para que el lector pueda vivir la vida de Amira y para que comprenda que hay situaciones que no se pueden elegir. Simplemente suceden.
¿Crees que hoy las escritoras tienen más libertad para abordar ciertos temas o todavía hay barreras?
Quienes vivimos en países democráticos afortunadamente podemos expresar nuestras ideas sin temor a represalias. Por eso también comencé la serie con Amira, alguien que no pudo elegir. Que no tuvo nuestras libertades. Y por ellas alzo la voz. La próxima novela de la serie es la historia de una joven de la India. El tema es los matrimonios concertados.
Fuiste abogada antes que escritora. ¿Cómo influyó esa experiencia en tu forma de narrar?
Un recurso común en ambas profesiones es el de exponer los hechos sobre el papel; lo hacemos al narrar una historia y lo hacemos en un expediente. Mostramos una realidad. Y el lector, el equivalente a un juez en una causa, debe sacar sus propias conclusiones. En ambos casos, al contar una situación en un expediente o en una obra literaria, la honestidad y la visualización del propósito son fundamentales.
En un mundo tan acelerado, ¿cómo crees que se debe construir una literatura que atrape y emocione?
Qué pregunta interesante. Porque es cierto que hoy tenemos menos tiempo, somos menos pacientes a la hora de afrontar una lectura. Yo creo que hay cosas que nunca se van a
perder: si construimos un buen personaje, lo sacamos de su mundo y lo llevamos a conocer nuevas realidades. Si le ponemos algún tipo de conflicto que deba superar, conflictos externos y también, importantísimo, conflictos internos, por ejemplo, que se cuestione la moral, usos y costumbres de su época, tenemos una buena novela por delante. Además, como lectora, agregaría: una pluma relativamente rápida. Situaciones de las cuales pueda aprender. Y que siempre haya algo de romance, desde luego.
¿Qué temas o historias te gustaría explorar en el futuro?
Estoy trabajando el género de autoficción metaliteraria. Me parece muy interesante explorar temas actuales, que me tocan muy de cerca, tanto o más que los que trato en la Serie de Mujeres. El rol de la mujer en la sociedad. Las relaciones amorosas. El trabajo de la mujer. La escritura. La política, y siempre, desde luego, la migración como eje central, ya que esa es mi propia realidad, así como fue la de mis abuelos en su momento.