La ciclista también encontró soluciones para una interesante propuesta
Con una primera parte en la que el thriller se acerca a la escritura, Edgar Borges da paso a un segundo tramo de la obra en el que dirige sus letras hacia un análisis más personal que nos lleva a ese planteamiento que se formula sobre lo que es real o no.
La ciclista de las soluciones imaginaras, publicada por Ediciones Carena, es la novela que reseñamos, un libro próximo al cuento para adultos que realiza una reflexión sobre elementos habituales de la sociedad como el matrimonio o la burocracia.
Una enfermedad, el mal de la mirada trastocada, acaba con el despido del señor Silva. Su mal le trastoca la realidad, le desubica y le lleva a plantearse una y otra vez el lugar que tiene que ocupar. Su mujer, arquitecta, había construido una realidad interesada para que su marido viviese a su antojo. Pero el señor Silva se da cuenta de su verdadero problema tras vivir los cinco últimos años un auténtico infierno.
Entonces es cuando aparece la ciclista de las soluciones imaginarias, que no es más que ese revulsivo que necesita el protagonista para abandonar su profundo estado de caos y crisis existencial. Esta aparición supone un soplo de aire fresco cargado de nuevas ilusiones, sensualidad y espiritualidad. El señor Silva recarga la imaginación para descubrir otra realidad.
La ciclista representa ese ideal del cambio, de la mejora, del acabar con un sistema establecido previamente del que parecía imposible salir. Es una cura al presunto fracaso, tanto en la vida social como en la matrimonial.
Aunque el inicio es algo complejo, poco a poco el relato va mostrando el camino con una mayor claridad. La novela está compuesta de 27 capítulos breves que invitan a alcanzar rápidamente un desenlace abierto que deja la responsabilidad final en el lector. Una novela sobre la rutina y el entorno diario que no cae precisamente en descripciones monótonas.