Amores y desencantos en 'La Plaza de los Señores'
Verona, una de las ciudades más bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial, no perdió su encanto a pesar de la crueldad del ser humano. Su belleza sobrevivió a la oscuridad. El amor sedujo a la guerra hasta su rendición.
El camino no fue fácil, pero al final del mismo se encontraba La Plaza de los Señores (Chiado Editorial), una novela de Óscar Esteban que se enamora de Verona, de Venecia, de la Costa Azul gala... Y se desencanta al mismo tiempo de ese período de la historia marcado por la sangre y el odio. Nazismo y fascismo son el contrapunto del romance de Carlo, un historiador de origen judío, y Anna, una aristócrata.
Aunque ficción, la novela está notablemente documentada con datos históricos. Óscar Esteban también cuida al máximo los escenarios que recorre durante su narración. Los datos y los paisajes no abandonan la realidad y son empleados con acierto para ambientar las escenas.
El relato mantiene un buen ritmo y el secreto vinculado al Romeo y Julieta de Shakespeare supone un atractivo añadido, pero tal vez tantos ingredientes -nazismo, totalitarismos y templarios- acaben saturando un poco una historia que, en líneas generales, consigue mantener la atención del lector.
Además, la novela llama profundamente a la conciencia, a la reflexión sobre la exclusión social. La ficción intenta tocar la fibra más sensible en este sentido. Esa belleza que envuelve la historia, esa historia de amor y guerra, va a más con esa invitación a no olvidar el terror de Hitler, Mussolini y compañía.
Y entre la tragedia y la traición, entre el drama y la pasión, un desenlace con plaza abierta a las diferentes interpretaciones que el lector pueda realizar.